El primero riesgo a la hora de invertir, es que los diferenciales corporativos en renta fija se están ampliando y esto se está convirtiendo en una tónica ya asidua, lo que hace que las empresas tengan que financiarse cada vez más caro. De momento, solo está afectando a empresas marginales, especialmente del mercado de “high yield”, pero puede hacerse extensible al resto de empresas rápidamente.
Si bien no es tan espectacular como en el año 2015, tampoco hay que perder de vista la bajada de la bolsa de China. Es importante y refleja el stress de liquidez que sufre su economía. Esto siempre ha sido una señal de riesgo para el resto de los mercados del mundo.
Guerra comercial, inflación y petróleo, entre los riesgos del mercado
El Yuan se devalúa mientras su economía sufre un enfriamiento, lo que supone otro peligro para los mercados bursátiles. De esta manera los productos de China son más baratos pero las inversiones están en riesgo. Un declive de la moneda y una guerra comercial con EE.UU. es una mala combinación y afecta a todos los patrones comerciales asiáticos.
Al cocktail de nubarrones que asoman por el horizonte, hay que añadir a Arabia Saudí. El lider de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) quiere aumentar la producción de crudo ya que los precios, que en estos momentos no están sometidos a presiones políticas, se encuentran muy cerca de máximos y se están trasladando al precio de la gasolina y otros productos refinados. No podemos olvidar que las bajadas en los precios del petróleo generalmente preceden a las recesiones económicas.
En quinto lugar, las expectativas de inflación siguen aumentando y parece afianzarse la idea de que el objetivo de la Reserva Federal (FED) del 2% será rebasado. Por lo tanto, en la medida que los sueldos no coincidan con los niveles de inflación, entonces habrá pérdida de poder adquisitivo al igual que comenzaremos a ver correlaciones positivas entre el mercado de valores y el mercado de bonos.
Emergentes y tipos de interés, peligros para las bolsas
Tampoco hay que perder de vista la inflación en Venezuela, problemas en Argentina y cierto estrés en Turquía. Son puntos calientes en países específicos, pero todos altamente endeudados en donde el ajuste de la FED seguirá imprimiendo efectos secundarios para ellos y el resto del mundo.
A todo ello, hay que añadir las dificultades de cálculo. Las complejidades en el mundo de las exportaciones hacen que el impacto de los aranceles sea difícil de medir, pero siempre se ha sabido que ante una guerra comercial nunca hay vencedores ni vencidos.
Por otra parte, el balance de la FED está cambiando lentamente a la baja, pero sin freno. Además, se esperan nuevas subidas adicionales de tipos de interés para este año 2018. No hay ninguna razón para que eso no ocurra, y eso impactará en las empresas más endeudadas.
En el sector bancario, el gigante financiero de la locomotora europea, el Deutsche Bank no ha pasado los test de estrés la FED. La noticia sale y queda obsoleta enseguida, pero el problema es real y permanece. De hecho, hay más riesgo sistémico ahora que en 2008.
Y por último ni siquiera las FAANGs (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google) se salvan de dar un susto y suponer un posible riesgo al inversor. Están teniendo un comportamiento desigual y con un aumento de volatilidades, que es lo que suele acontecer a los techos de mercado. No obstante, todavía vemos al Nasdaq 100 luchando por marcar nuevos máximos y el soporte de los 7.000 puntos está intacto.