Asistimos a un escenario volátil en el que la geopolítica convertida en alerta geoeconómica, la inteligencia artificial y la polarización impactarán en la gestión del talento, en las relaciones con el cliente y en las cuestiones sociales, exigiendo direcciones empresariales resilientes y activistas. Este clima de incertidumbre dificulta la formulación de políticas a largo plazo y la toma de decisiones estratégicas por parte de las organizaciones. Los líderes corporativos nos encontramos ante un abanico de desafíos sin precedentes, donde, por ejemplo, la atracción y retención del talento emerge como prioridad apremiante.
Sin embargo, la brecha entre la importancia y la efectividad para abordar algunas de estas prioridades resulta desconcertante. Aunque el 75% de los CEOs de España y Latinoamérica señalan la gestión del talento como máxima prioridad, apenas el 27% considera que sus compañías están debidamente preparadas para afrontar este desafío, tal y como revela el análisis exhaustivo que hemos realizado desde LLYC en el Forecast Corporate Affairs 2024 ‘Activismo corporativo para un año retador’. Las organizaciones son conscientes de que necesitan urgentemente desarrollar estrategias y acciones para atraer a los mejores talentos de forma rentable, fortalecer el compromiso de los profesionales con el desarrollo de la compañía, evitando la fuga de talento o reforzar los power skills del equipo directivo para poder gestionar los capitales intangibles de la empresa.
Además, la geopolítica se ha vuelto un campo minado, con conflictos y cambios políticos que amenazan el equilibrio económico global. En este contexto, las organizaciones de nuestro país tienen que reaccionar ante la hiperregulación que afecta a la competitividad de los negocios, anticiparse a las normas que influyen sobre su crecimiento sostenible y participar en las decisiones de las instituciones europeas para impulsar la competitividad y el posicionamiento empresarial. Además, el empuje de la colaboración público-privada se presenta como una estrategia clave para abordar desafíos colectivos.
Por otro lado, la inteligencia artificial se alza como una fuerza disruptiva. Aunque una gran mayoría de los CEOs consideran que tendrá un impacto disruptivo y transformador para sus negocios, todavía hay muchos que no se sienten preparados para esta revolución. Es impostergable que las organizaciones sepan aprovechar la IA para mejorar la gobernanza de la reputación corporativa y de esta manera aumentar su impacto en el negocio.
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Otro aspecto importante es la gestión de la experiencia del cliente mediante IA. Los sistemas de IA pueden personalizar las interacciones con los clientes, anticipar sus necesidades y ofrecer soluciones a medida. La comprensión profunda del cliente se vuelve esencial para el éxito empresarial y los líderes reconocen la importancia de utilizar datos para comprender mejor las necesidades del consumidor, asumiendo que la personalización y la adaptación se convierten en las armas clave en la lucha por la relevancia y la competitividad.
Pero, sin duda, si hay algo que debe estar en la agenda de todos y cada uno de los responsables de las organizaciones es la resiliencia en la gestión, no solo para navegar de la mejor manera posible por la incertidumbre, sino como una de las mejores alternativas para generar crecimiento empresarial en el 2024. Es imprescindible para las organizaciones contar con soluciones que permitan evitar o mitigar el impacto negativo de las crisis de reputación ante litigios, compliance, reestructuraciones laborales, activismo o ciberseguridad y asegurar el desarrollo de los negocios en los sectores más expuestos a riesgos reputacionales en la opinión pública.
En última instancia, los CEOs deben estar en primera línea y desempeñar un rol activista como principales representantes de sus organizaciones. Tienen que esforzarse para ser valorados por ejercer un liderazgo responsable y humanista, impulsar el cambio cultural para afrontar las transformaciones que necesita la empresa o promover una cultura de diversidad e inclusión dentro de las compañías protegiéndose de los riesgos reputacionales.
En definitiva, la capacidad de anticipar y adaptarse a los cambios se ha vuelto fundamental para sobrevivir y prosperar en un entorno tan incierto. La innovación, la creatividad, la capacidad de influencia, junto a la adopción de tecnologías emergentes, son elementos fundamentales para que entre todos hagamos crecer y protejamos el valor de nuestros negocios.