La Ley de Embargo de 1807 fue un hito en la historia económica y comercial del país. Esta legislación, marcó la primera gran restricción comercial impuesta por el país contra una potencia europea.

La medida se implementó en un contexto de crecientes tensiones internacionales, cuando EEUU intentaba mantenerse neutral en medio del conflicto entre Gran Bretaña y Francia.

Aunque el embargo tenía el objetivo de proteger los intereses estadounidenses, sus efectos fueron profundos tanto a nivel interno como externo, dejando lecciones clave sobre el impacto de sus políticas comerciales en la economía.

El porqué del primer arancel de EEUU

A comienzos del siglo XIX, Europa estaba sumida en las Guerras Napoleónicas, con Gran Bretaña y Francia como principales contendientes. Estados Unidos, aunque oficialmente neutral, se vio atrapado en la lucha comercial y marítima entre estas dos potencias.

Ambas naciones intentaban bloquear los suministros del enemigo, lo que afectó directamente a los comerciantes estadounidenses.

Gran Bretaña, con su poderosa armada, impuso bloqueos a los puertos europeos controlados por Francia y comenzó a detener barcos estadounidenses para evitar que comerciaran con su enemigo.

Además, los británicos aplicaron la política de "impresión", que consistía en capturar marineros estadounidenses y forzarlos a servir en la Marina Real. Esta práctica generó un profundo resentimiento en EEUU, ya que atentaba contra su soberanía y perjudicaba su comercio.

Por otro lado, Francia, bajo el liderazgo de Napoleón Bonaparte, implementó su propio bloqueo, conocido como el Sistema Continental, con el objetivo de aislar económicamente a Gran Bretaña. Esta política prohibía a cualquier nación comerciar con los británicos, lo que afectó gravemente a la economía estadounidense.

Ante estos desafíos, el gobierno de Jefferson decidió actuar de manera drástica para evitar un conflicto armado y, al mismo tiempo, proteger los intereses comerciales del país. Así nació la Ley de Embargo de 1807, una medida que prohibía el comercio con todas las naciones extranjeras.

El impacto que tuvo sobre la economía estadounidense

La Ley de Embargo tenía como objetivo presionar económicamente a Gran Bretaña y Francia para que respetaran la neutralidad de EEUU en el conflicto. Jefferson esperaba que al cortar el suministro de productos estadounidenses, ambos países reconsideraran sus políticas comerciales y marítimas. Sin embargo, la medida tuvo consecuencias inesperadas dentro del propio territorio estadounidense.

Los comerciantes y agricultores fueron los más afectados por la falta de exportaciones. Antes del embargo, Estados Unidos dependía en gran medida del comercio internacional, con productos como algodón, tabaco y madera destinados a mercados europeos. Con la prohibición en vigor, los ingresos de estos sectores cayeron drásticamente, provocando desempleo y malestar económico en varias regiones del país.

Los estados de Nueva Inglaterra, que dependían del comercio marítimo, fueron los más perjudicados. Las ciudades portuarias, como Boston y Nueva York, experimentaron un colapso en su actividad económica, lo que llevó a una creciente oposición política al embargo. Muchos comerciantes comenzaron a desafiar la ley, recurriendo al contrabando para mantener sus negocios a flote. La frustración fue tal que algunos estados del norte discutieron la posibilidad de desafiar abiertamente la medida impuesta por el gobierno federal.

El descontento no solo se limitó a la comunidad empresarial, sino que también afectó a los agricultores del sur y el oeste, quienes perdieron mercados clave para sus productos. A medida que los problemas económicos se intensificaban, la popularidad de Jefferson disminuyó, lo que finalmente llevó a la derogación del embargo en 1809, poco antes de que él dejara la presidencia.

¿Cómo reaccionó Europa?

Gran Bretaña y Francia reaccionaron con indiferencia ante el embargo. En lugar de ceder a las presiones de EEUU, ambas naciones encontraron formas alternativas de obtener los bienes que antes importaban de América.

Gran Bretaña, con su vasto imperio colonial, logró suplir muchas de sus necesidades comerciales mediante acuerdos con Canadá y el Caribe. Francia, por su parte, se mantuvo firme en su estrategia económica y militar, sin ceder ante las demandas estadounidenses.

La falta de impacto en las economías europeas dejó en evidencia que el embargo perjudicó más a EEUU que a sus destinatarios. Al no lograr sus objetivos, la ley se convirtió en un fracaso diplomático y económico.

No fue hasta la llegada de James Madison a la presidencia que se implementaron medidas más flexibles, como la Ley de No Intercambio de 1809 y la Ley Macon N° 2 de 1810, que restablecieron parcialmente el comercio exterior bajo ciertas condiciones.