En mayo de 1929, las tasas de interés estadounidenses alcanzaron el 5%, lo que marcó el comienzo de la crisis económica más grave de la historia: la Gran Depresión. El desempleo se disparó al 26%, mientras que las tasas de interés eventualmente cayeron al 0%. Si avanzamos rápidamente hasta mayo de 2023, las tasas de interés estadounidenses han vuelto a superar la marca del 5%, un nivel visto por última vez en 2007, antes de la crisis financiera. La reciente subida de tipos tiene como objetivo combatir la elevada inflación. La decisión de la Reserva Federal de aumentar las tasas del 3% al 5% en 1929 fue un intento de frenar la especulación en el mercado de valores. Sin embargo, le siguió la mayor caída del mercado de valores en la historia de Estados Unidos. Esto plantea la cuestión de si la economía actual puede soportar tasas más altas que las de la crisis financiera y la Gran Depresión.
Tanto en 2009 como a principios de la década de 1930, la inflación pasó a ser deflación debido a la profundidad de la crisis económica. Hoy, la Reserva Federal cree que la inflación volverá a un nivel estable del 2% y se mantendrá allí. Analizar el Índice de Precios al Consumidor (IPC) nos ayuda a comprender el riesgo de un episodio deflacionario en la actualidad. El IPC sigue el precio de los artículos cotidianos y revela la tasa de cambio a lo largo del tiempo. A medida que aumenta el PIB, la cantidad de dinero en circulación tiende a aumentar, lo que genera precios más altos. El período comprendido entre 1913 y la Primera Guerra Mundial fue testigo de períodos severos y prolongados de caída de los precios al consumidor, conocidos como deflación.
Al esperar caídas de precios, los consumidores reducen el gasto, lo que inicia un círculo deflacionario vicioso: la reducción del gasto conduce a precios más bajos, márgenes de ganancia más ajustados, aumento de los despidos, mayor desempleo y una mayor reducción del gasto. Sin embargo, una distinción clave entre hoy y la Gran Depresión es que la comprensión contemporánea reconoce que los precios aumentan con el tiempo sin regresar a sus niveles originales. Actualmente nos enfrentamos al problema opuesto: la gente espera rápidos aumentos de precios. Esta anticipación incita a los consumidores a adelantar sus compras, creando una espiral inflacionaria.
Este concepto se conoce como desanclaje de las expectativas de inflación. Otro factor a considerar es el crecimiento demográfico. En 2021, el crecimiento de la población estadounidense disminuyó a casi el 0%, haciéndose eco de una lectura similar de la década de 1930. Este hecho plantea preocupaciones para la economía. Además, hay un aumento en las discusiones sobre la automatización del trabajo, que recuerdan las preocupaciones durante la era de la Gran Depresión. El impacto de la automatización en el empleo ha evolucionado a lo largo de un siglo, y el desempleo tecnológico se ha convertido en un tema importante.
La intervención gubernamental ha jugado un papel crucial en la prevención de un escenario similar a la Gran Depresión hasta ahora. Incluso en medio de los desafíos de 2020, los estímulos gubernamentales impidieron una espiral deflacionaria y las consecuencias que la acompañaron. Si bien es poco probable que se produzca un período deflacionario masivo como el de la década de 1930, se están produciendo temas similares, como el gasto público incontrolable, que puede generar presiones inflacionarias similares a las de la década de 1970. Como resultado, en los próximos años pueden surgir volatilidad del mercado y oportunidades de inversión.