El avance en el crecimiento español se complica a golpe de efecto mirando a Rusia. El embargo del petróleo y el gas ruso podría suponer, según el Banco de España un efecto devastador en la economía español de PIB como de inflación. En el peor de los casos incluso, la ruptura comercial total con Rusia nos llevaría a perder un 2,4% de PIB con inflación que se incrementaría un 1,7%.

Aunque hablamos de la situación más negativa. En un escenario central, el más probable sobre el papel, estaríamos hablando de un efecto del 1,1% en el crecimiento y en los precios de nueve décimas. De ahí que el Banco de España ya se plantee incluso, con el menor incremento del PIB en el primer trimestre la revisión a la baja de unas décimas sobre su última previsión de crecimiento de abril, del 4,5%. Los expertos colocan la cota en el 4%, con una estimación del BdE que conoceremos en dos o tres semanas según a institución.

Un nivel que en sus previsiones de primavera ha puesto sobre la mesa, en un recorte drástico, la Comisión Europea. El ejecutivo comunitario considera que la presión de los precios a cuenta de la guerra ha frenado la actividad desde finales de febrero, cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania. De ahí que reduzca en 1,6 puntos hasta el 4% su estimación de PIB para nuestro país, y lo coloque en el 3,4% en 2023.

Aquí el motor será la recuperación del turismo. Esa reactivación que se espera con mayor potencia a partir del tercer trimestre del año, aunque consideran desde Bruselas que la inflación será el factor determinante para que los hogares tengan menor poder adquisitivo. Sus previsiones en los precios para España marcan un 6,3% en esas previsiones de primavera con tasa de paro del 14,8% sobre la población activa, con ligera mejora.

Mientras, desde el panel de Funcas, con las estimaciones de los 19 panelistas a los que consultan, ven el PIB español en este 2022 en el 4,3% el mismo nivel de la revisión del gobierno y la inflación en el 6,9%. Todo a cuenta del menor empuje del primer trimestre y con un peso elevado de la demanda interna hasta el 3,3%, que, sin embargo, se coloca nada menos que ocho décimas por debajo de lo que estimaban con anterioridad.

Será clave por tanto el segundo trimestre del año para calibrar el efecto real de la guerra en nuestra actividad y producción global en medio de la guerra. Y como no, si se produce, en el caso de España, el despegue en el tercer trimestre, el de pleno verano con el efecto propulsor del turismo, que se espera en las previsiones. De momento Funcas también reduce el aumento del PIB en 2023, con menor avance del 1,3%, lo que se traduciría en un crecimiento estimado del 3%.

Entre lo mejor y lo peor en las previsiones actuales para España nos encontramos con las estimaciones de S&P y las del Consejo General de Economistas. La agencia de calificación crediticia estima que España crecerá del orden del 4,7% este año, casi punto y medio menos, pero manteniendo una expectativa elevada frente al resto de organismos. Ya para 2023 establece que el PIB se situará en el 3,3%.

Los precios de energía y las materias primas avalados por el conflicto de Rusia y su mantenimiento en el tiempo están en la base de todo, junto con la normalización monetaria más rápida y el crecimiento más lento en China a cuenta de los confinamientos de algunas ciudades.

La menor previsión hasta la fecha eleva el PIB español este año al 3,9% y lleva a la inflación a un 7,1%. Con un panorama más adverso, en el que nos queda por recuperar nada menos que un 3,4% del Producto Interior Bruto prepandemia. Y es que, si en algo coinciden todos es que hasta 2023, desde las posiciones actuales no recuperaremos niveles preCovid. Un largo y tortuoso camino todavía por recorrer.

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