Han tenido que pasar las dos crisis globales de mayor calado -el credit crunch de 2008- y de una dimensión más universal -la Gran Pandemia y la hibernación total de la economía mundial- para que las operaciones de M&A recuperen su esplendor perdido. El buen augurio parte de la sala de máquinas de Bloomberg Intelligence, desde donde se anticipa un ejercicio boyante, en el que se podría rebasar la histórica cota de los 5 billones de dólares; un volumen de negocios similar a la capacidad productiva de Alemania, cuarta economía global. Y, de confirmarse, pulverizaría el récord de integraciones empresariales, que dato de 2007, el año que precedió a la embestida financiera que surgió con la quiebra -y posterior nacionalización de Lehman Brothers-, en el que se alcanzaron los 4,1 billones, y certificaría, al mismo tiempo, que el pistoletazo de salida de las adquisiciones internacionales, que se emprendió en octubre del año de la crisis del coronavirus, ha servido para lanzar una carrera vertiginosa, sobre la que todavía no se divisa la línea de meta.  

“Está siendo un gran año de acuerdos”, explica desde la unidad de inteligencia de Bloomberg, en el que recuerdan la fusión planeada entre la operadora AT&T y el canal televisivo y de medios Discovery o el pacto entre Square, la firma de pagos digitales estadounidense, y la australiana y rival Afterpay, bajo el lema de “compra ahora y paga más tarde”. De concretarse la negociación en curso entre PayPal y la audiovisual Pinterest, se rebasará el tope de 2007, explican. Después de que, en 2020, registraran un volumen de negocios de 3,5 billones de dólares -cantidad que supera holgadamente el tamaño de la economía de Reino Unido, de la de India o la francesa- pero que representa un retroceso del 6% respecto al año precedente, según datos del centro de recopilación y análisis de Bloomberg. 
 
El cuarto de billón de dólares de volumen de M&A perdidos el pasado ejercicio supuso un nicho de oportunidades para que los players encontraran espacios de integración entre compañías a lo largo de este ejercicio. Un fenómeno que ya viene aconteciendo desde octubre del pasado ejercicio. Con antelación, durante los confinamientos sociales y las hibernaciones económicas en el mundo, entre marzo a septiembre, las fusiones permanecieron en descensos históricos. A partir de octubre, en cambio, se registró el punto de inflexión y se recuperaron las cotas previas a la Gran Pandemia. En concreto, y respecto a diciembre de 2019, en el último mes de 2020 ya se concretaron operaciones por 392.000 millones de dólares en procesos de M&A. De hecho, el mes de octubre del pasado ejercicio se registró el quinto mes de mayor actividad de acuerdos de fusión o adquisición desde comienzos de 2018. Y lo que resultaba todavía más elocuente. El número de procesos en negociación sin completar de mega-fusiones -acuerdos que superan los 10.000 millones de dólares en juego- sobrepasaban con creces a las que estaban sobre las mesas de negociación empresariales a finales de 2019. Entre noviembre y diciembre se sumaron casi un billón más de dólares en iniciativas de M&A en el mundo. Muchas de las cuales se han llegado a formalizar en 2021. 

En el último tramo del año, sin embargo, la intensidad de las compras internacionales empieza a sumergirse en un clima adverso. Parece “excepcional” si se tienen en cuenta todos los factores que pueden afectar a los acuerdos. Porque la epidemia todavía permanece latente, la economía global y los mercados de capitales emiten señales de alta volatilidad y en EEUU y Europa se han reactivado las investigaciones sobre competencia que involucran a grandes corporaciones; muy en especial, bigtechs. Y las compraventas de compañías, de manera tradicional, han dependido de un amplio abanico de situaciones; pero, entre todas ellas, la predictibilidad ha sido siempre la luz que ha guiado las rúbricas de integración. De ahí que a Elizabeth Crain, jefa de operaciones en el banco de inversión Moelis, le sorprenda que, en plena oleada de incertidumbres y de alta tensión internacional, “no se atisben señales de decaimiento” y que “los condicionantes que han dirigido los procesos de M&A en los últimos doce meses continúen emitiendo signos de actividad sin bajar su dinamismo”.    

Entre otros, Crain cita los bajos tipos de interés, que abaratan la financiación de adquisición, y unos excedentes de liquidez que, tras los meses de hibernación y sus efectos sobre el cash flow de las firmas, ha ido emergiendo al calor de los estímulos fiscales y monetarios y que les ha dado alas para salir de compras. Pero alerta. No hay motivos para proclamar un boom de varios años de bonanza. La respuesta, más bien, es tan simple como abstracta: depende de la psicología del mercado. Del optimismo con el que los CEO’s contemplen los estados financieros y la salud del entorno internacional. 

Pero lo que Crain deja claro es que el cambio de comportamiento existe y que no tiene todavía visos de remitir. Entre otras cuestiones, por el elevado apetito inversor de las compañías y sus planes corporativos transformadores, que les conduce a encontrar sendas de ganancia futuras. También por la SPAC-manía desatada en los parqués bursátiles. Las Special Purpose Acquisition Companies han emergido en los mercados de capitales. Firmas instrumentales, sin activos, que acuden a parqués bursátiles a recaudar capitalización para emprender fusiones o adquisiciones futuras. Y que crecen en número y revalorización de activos como la espuma. Al igual que otros valores, como el de las criptomonedas, o emporios, como algunos de los asociados a Elon Musk. El último de ellos, Tesla, con su modelo 3, líder en ventas de coches en Europa. 

Los consejeros delegados piensan cada vez con mayor convicción que la química del momento es especial, con acceso a préstamos a bajo precio y que el tiempo podría agotarse en el futuro a medio plazo, explica Daniel Wolf, socio de la firma legal Kirkland & Ellis, especializada en dar un asesoramiento jurídico integral a los procesos de M&A. Y todos, casi sin excepción, esperan ver a sus compañías con una mayor dimensión en el futuro, admite Wolf, para explicar el boom de las fusiones y adquisiciones globales.