2) Advertir que es una falacia pensar que las contribuciones empresariales a la Seguridad Social son pagadas por las empresas, pues desde un punto de vista económico, las contribuciones son pagadas en última instancia por los propios trabajadores, dado que las mismas forman parte del coste laboral total del empresario., y a éste le daría igual pagarlas al trabajador o hacerlas efectivas al sistema estatal de Seguridad Social.
3) Desde un punto de vista más actuarial, la carga que supone la Seguridad Social para las generaciones activas está creciendo en espiral, resultado del envejecimiento de la población que hace que aumente en términos relativos el número de personas jubiladas en relación con el número de personas que están en activo, esto sin contar con que la inflación presiona para que se revaloricen las pensiones en curso de pago. De manera que cada vez es más dudoso que la Seguridad Social pueda pagar las pensiones a las que se ha comprometido.
4) Por último y no por ello menos importante es la naturaleza coactiva de la Seguridad Social pues impide la libre y espontánea interacción humana y el desarrollo creativo de la empresarialidad. Esta coacción impide la correcta asignación de capital y trabajo repercutiendo sobre el ahorro y lo más importante impide el descubrimiento empresarial, y la generación y transmisión de la información necesaria para aportar nuevas soluciones a los problemas que origina la Seguridad Social.
Problemas éticos:
El sistema de Seguridad Social, se basa en un paternalismo trasnochado, es insolidario y se basa en unos conceptos “justicia social” y “ redistribución de la renta” difíciles de compartir.
1.- Intentan extender La idea paternalista de que las personas son por naturaleza, imprevisoras y que, por tanto, es necesario establecer un sistema obligatorio y omnicomprensivo de Seguridad Social. Esta idea carece de todo fundamento pues nos consideran maduros y responsables para elegir a nuestros gobernantes y por otro lado los mismos a quien elegimos “deciden” que somos incapaces de solucionar nuestro retiro por nosotros mismos, esto implica la paradoja de que “la cosa pública” se ordena de acuerdo con la voluntad de unos votantes que el propio legislador considera incapaz para ordenar sus propios asuntos (Mises en “La Acción Humana).
La labor del Estado debe estar limitada, al nivel mínimo de asistencia social que se estimara en relación con aquella minoría de la población que, por diversas razones (imprevisión, mala suerte) llegara a la vejez sin haber cubierto por su cuenta las necesidades más imprescindibles. Pero lo que resulta absurdo es que, como sucede ahora, porque una minoría de la población no hubiera sido capaz de proveer a tiempo para su jubilación, se imponga a la totalidad de la población la participación de forma coactiva en un sistema estatal que nos impide dedicar gran parte de nuestros recursos de la forma que estimamos más conveniente.
2.-Recordar que siempre que se interviene mediante regulaciones estatales de carácter coactivo, se fomenta la aparición de conflictos y tensiones entre diferentes grupos de la sociedad. La prueba es el hecho de tomar una decisión relativa al sistema de Seguridad Social sin que aparezcan roces entre la generación trabajadora y la generación ya jubilada, pues veremos más adelante cómo se achaca implícitamente la culpa del problema a los pensionistas, pues cada vez es más pesado sostener financieramente a los jubilados
3.- Criticar la idea de que la Seguridad Social al menos sirve al ideal de “justicia social” al redistribuir la renta a favor de los grupos sociales menos favorecidos. En un mercado libre no es posible distinguir los procesos de producción de los de distribución de la renta ya que en una economía de mercado libre se produce en función de los beneficios que se espera obtener
de manera que es imposible modificar los resultados a través de políticas de redistribución de la renta sin afectar gravemente al proceso productivo. Y precisamente este igualitarismo artificial con tintes mal entendidos de solidaridad se vuelve como un boomerang contra las clases sociales más desfavorecidas, ya que todo intento de igualar los resultados del proceso de libertad acabará con el propio proceso de mercado. Eso implica no dar oportunidades a las capas más desfavorecidas, ya que esta forma de redistribución de la renta desincentiva la energía de los agentes productivos del país pues no incentivan el esfuerzo, sacrificio, trabajo, mérito .No debe haber más justicia que la constituida por unas leyes de carácter general que se apliquen de forma abstracta a todos los ciudadanos e impidan a priori cuál va a ser el resultado específico de la interacción.
FUENTE: AHORRO Y PREVISION EN EL SEGURO DE VIDA ,AUTOR: JESÚS HUERTA DE SOTO.