De la noche a la mañana, la Inteligencia Artificial Generativa se ha convertido en el gran tema de conversación en el sector tecnológico, con cada vez más presencia en las búsquedas de Internet, las noticias o incluso los corrillos especializados. Aunque la IA lleva tiempo ya con nosotros, fue el lanzamiento de Chat GPT lo que supuso un punto de inflexión determinante. ChatGPT se lanzó en abierto en noviembre de 2022 y apenas necesitó dos meses para romper la barrera de los 100 millones de usuarios (y sin gasto publicitario). Ha tenido tal impacto que se habla (en palabras de Jensen Huang, CEO de NVIDIA) del “momento iPhone” para la IA.
“Ha supuesto una toma de conciencia global: nunca antes tanta gente había podido ser partícipe en primera persona de la irrupción de una nueva tecnología (la IA generativa)”, explica Jesús Ruiz de las Peñas, director de desarrollo de negocio para España y Portugal de Allianz Global Investors. “No es una novedad asistir a un shock tecnológico. Es la velocidad del cambio y la rapidez de propagación de las nuevas tecnologías lo que resulta verdaderamente revolucionario”.
El experto considera que el boom de la Inteligencia Artificial “está absolutamente justificado”. En primer lugar, porque “es la principal fuerza disruptiva de la actualidad, el principal catalizador de la innovación y transformación en las próximas décadas”. “Estamos absolutamente convencidos de que la IA tendrá un mayor impacto en la sociedad y en la vida de las personas que el de Internet”.
Para Ruiz de las Peñas no solo “no se trata de una moda pasajera”, sino que “constituye la mayor oportunidad de negocio de la actualidad, con capacidad para duplicar el ritmo de crecimiento económico global”. Algunos estudios recientes estiman que la IA podría contribuir en los próximos años con 15,7 billones de dólares a la economía global (lo que supone más que el PIB actual de China).
“Sin duda, la IA es una gran megatendencia”, abunda Hyun Ho Sohn, gestor del Fidelity Funds Global Technology Fund. “Hay señales positivas de su adopción en los medios digitales, las industrias creativas y el Internet de consumo (donde la asimilación de cualquier nueva tecnología tiende a ser rápida y hay muchos beneficiarios indirectos) pero también en empresas en las que sus beneficios pueden no ser evidentes a primera vista para los inversores”.
De momento, el potencial económico de la nueva tecnología ha impulsado hasta cotas que hubiesen parecido inimaginables a valores como NVIDIA, el fabricante de chips especializados que son cruciales para ejecutar modelos generativos de IA. La compañía ha sido capaz de batir previsiones y multiplicar beneficios en un periodo de tiempo asombrosamente corto, codeándose con Microsoft y Apple en la carrera por ser la empresa más valiosa del mundo.
Pero a pesar de esta euforia, lo cierto es que “hasta ahora, el optimismo de los inversores no es tan alto como en picos anteriores en 2000 y 2021”, escribe el estratega de Goldman Sachs Research Ryan Hammond. “El nivel implícito de crecimiento de las ganancias a largo plazo que esperan los inversores ha aumentado al 11% anual. Eso está por encima del promedio a largo plazo del 9%, pero aún por debajo del crecimiento del 16% que se esperaba en el apogeo de la burbuja tecnológica en 2000 o el crecimiento del 13% implícito en los precios de las acciones en el apogeo del repunte posterior a Covid en 2021”.
“Hay muchos beneficiarios de la IA infravalorados”, explica Ho Sohn, que centra su mirada “en las empresas que ven la IA generativa como un motor de crecimiento a largo plazo, con independencia de lo rápida que sea su adopción”. Por ejemplo, “los clientes del negocio de informática en la nube de Amazon siguen modernizando su TI independientemente de la curva de adopción de la IA. El negocio de fabricación de semiconductores de TSMC se beneficiará independientemente de qué silicio de IA sea mejor o qué cliente lo adopte antes. Las empresas de infraestructuras de datos o de consultoría de TI también son beneficiarias a largo plazo infravaloradas, ya que los datos utilizables y la experiencia en el sector se convierten en factores clave para el éxito de la implantación”.
“Uno de los rasgos característicos más relevantes de la IA es su carácter absolutamente transversal”, señala Ruiz de las Peñas. “Su impacto se dejará notar en todos los sectores de actividad, no sólo en el ámbito puramente tecnológico. Podemos encontrar oportunidades de inversión en prácticamente cualquier industria o sector de actividad. Y en cualquier región, es un fenómeno global”.
“La IA va a permitir a las empresas mejorar sus cuentas de resultados, ya sea como impulsor de ingresos (lanzamiento de nuevos productos) o como fuente de ahorro de costes (mejora de productividad). De tal forma que esta tecnología nos va a permitir distinguir entre ganadores y perdedores. Es lo que denominamos ‘darwinismo corporativo’”, explica el experto de Allianz. “En su teoría de la evolución de las especies, Charles Darwin nos enseña que no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio. De forma análoga, en el ámbito corporativo, las empresas que no sean capaces de adaptarse y evolucionar, que no sean capaces de incorporar la IA en su modelo de negocio se encontrarán en una clara situación de desventaja competitiva que pondrá a prueba su supervivencia”.
Todavía estamos en la primera fase
Los analistas de Goldman Sachs Research detectan cuatro fases diferentes en el boom de la Inteligencia Artificial, encontrándonos todavía en la primera de ellas, la que se centra en la ya mencionada NVIDIA. En la segunda fase, la de la construcción de la infraestructura, se beneficiará no solo este tipo de compañías, sino en general diseñadores y fabricantes de semiconductores, proveedores de servicios en la nube, fabricantes de equipos informáticos y de redes, o proveedores de software de seguridad.
La Fase 3 se centrará en las empresas que incorporan IA en sus productos para aumentar los ingresos. Las acciones de software y servicios de TI pueden estar mejor posicionadas, según Goldman Sachs Research, y muchas de ellas ya han comenzado a describir a los inversores cómo sus herramientas permitirán a otras empresas utilizar la nueva tecnología de IA.
Por último, con el tiempo se puede esperar que la tecnología emergente de IA beneficie a empresas de una variedad de sectores que pueden utilizarla para aumentar la productividad.
Los ejemplos son múltiples. Ruiz de las Peñas destaca, por ejemplo, el sector de la salud, donde encontramos ya múltiples aplicaciones prácticas del uso de la IA: “desde la cirugía robótica de alta precisión hasta la medicina personalizada a la carta, con los registros médicos digitales. La IA está siendo utilizada para conseguir diagnósticos más rápidos y precisos, así como para acelerar el desarrollo de nuevos fármacos”. “Incluso en los sectores a priori más insospechados, como la agricultura, estamos viendo nuevas aplicaciones revolucionarias como el uso de drones para analizar la fertilidad de los campos y determinar el momento óptimo para la cosecha. Ya hemos visto el lanzamiento del primer tractor completamente autónomo”, añade.
Los riesgos de la nueva tecnología
Pero el camino no estará exento de obstáculos. “El mercado espera que el desarrollo de la infraestructura de IA continúe sin baches en el camino pero, a pesar del potencial a largo plazo de la IA generativa, existen riesgos infravalorados en torno al ritmo de adopción”, explica Ho Sohn, de Fidelity. “Las grandes empresas, especialmente en los sectores regulados, están adoptando proyectos de IA generativa mucho más lentamente que las industrias digitales y creativas o el internet de consumo, y muchos de ellos se encuentran todavía en una fase de prueba de concepto”.
Al mismo tiempo, “a pesar de la caída de los costes informáticos de la IA, los costes de inferencia siguen siendo demasiado elevados para su adopción masiva. El entrenamiento de grandes modelos lingüísticos requiere una infraestructura de centros de datos de última generación y consume grandes cantidades de electricidad, lo que podría convertirse en un cuello de botella”. “Si la adopción generalizada de la IA sufre un receso, la demanda de infraestructuras de IA se verá aún más afectada debido a la naturaleza cíclica del gasto de capital”, avisa el experto de Fidelity.
“Estamos hablando de inversión temática, que se concreta a través de inversión en compañías cotizadas”, abunda Ruiz de las Peñas. “Por lo que incorpora los riesgos inherentes a la inversión en renta variable (volatilidad). Y además, se trata de compañías de sesgo growth, menos dependientes del ciclo pero con especial sensibilidad a las condiciones financieras (tipos de interés)”.
El experto recuerda que “todavía nos encontramos en las fases tempranas de desarrollo de la IA. Solo vemos la punta del iceberg, estamos apenas empezando a atisbar parte de su potencial”. “En general, en la inversión temática el mejor momento para invertir suele producirse justo en estos estadios iniciales. Ciertamente, en estas primeras etapas es frecuente encontrarse con mayores dosis de volatilidad e incertidumbre, pero este riesgo suele estar bien remunerado, el retorno a largo plazo suele compensar este mayor riesgo”.
Adicionalmente, hay una serie de riesgos o desafíos de la IA que conviene tener presentes, como podrían ser los regulatorios, los riesgos de seguridad, privacidad y protección de datos, los riesgos de destrucción de empleo, e incluso los riesgos éticos.