Los restaurantes y tiendas de China vuelven a tener actividad después de que los clientes y compradores hayan dejado atrás el mes de cierre de los espacios públicos para contener la propagación del coronavirus. Aunque muchas personas siguen llevando mascarilla y se muestran nerviosas ante las aglomeraciones, su salida marca el comienzo de una recuperación en el mayor mercado de consumo del mundo.
El consumo de productos de primera necesidad sigue desbancando a los bienes discrecionales o de lujo en lo que no deja de ser una recuperación tibia y desigual. Las incertidumbres económicas siguen animando a la gente a postergar grandes compras: los fideos instantáneos y los alimentos congelados se venden rápido, mientras que las agencias de viajes y los hoteles siguen sufriendo para encontrar clientes.
China es el primer gran país que parece haber contenido el virus, por lo que la recuperación del consumo arrojará algo de luz sobre lo que podría ocurrir en el resto del mundo cuando el brote finalmente toque techo y remita. Lo que está claro es que la reactivación del consumo es desigual y es poco probable que siga los patrones observados en el pasado.
Según Fidelity International, se observan señales claras de recuperación en diversos segmentos, aunque el ritmo de recuperación es algo lento. Necesitan ver una mayor confianza de los consumidores para que se sostenga la mejoría y eso dependerá de cómo China gestione ahora los casos importados para contener completamente el virus.
Cena para llevar
Se calcula que más de la mitad de los restaurantes de las grandes ciudades chinas ha reabierto, a tenor de la información obtenida de las empresas que los explotan, aunque muchos funcionan menos horas de lo habitual. En general, a las cadenas de comida rápida les está yendo mejor que a los establecimientos de gama alta, ya que muchos clientes prefieren pedir para llevar para minimizar el riesgo de contagio. Para tranquilizar a los comensales, los propietarios de los restaurantes han tomado medidas sanitarias como la desinfección regular y una mayor distancia entre mesas.
Los análisis de Fidelity revelan que en el caso de muchos grandes restaurantes, la facturación diaria sigue siendo entre un 40% y un 50% inferior a los niveles previos al brote. Podrían hacer falta todavía varios meses para ver una recuperación completa, a la vista de la frágil confianza del público en que el virus esté firmemente controlado.
Rebote del comercio minorista
Los jóvenes están encabezando un lento retorno a los centros comerciales en China. Calculamos que más del 80% de las tiendas ha reabierto, aunque el descenso de los volúmenes medios diarios de ventas ha promediado alrededor de un 40% frente a los niveles de marzo de 2019.
La afluencia de público sigue siendo baja en los establecimientos de gama alta, pero los productos de lujo podrían encontrar consuelo en la demanda procedente de las personas que cancelan sus viajes de compras al extranjero. China rebajó el impuesto de lujo el año pasado, lo que aumentó los incentivos para gastar dentro del país.
Supermercados a todo gas
Las personas han hecho acopio de productos básicos, así que las cadenas de supermercados han surgido como ganadores del virus y sus ventas se han disparado a lo largo del trimestre. Se prevé que los líderes del mercado, como Yonghui Superstores y Sun Art Retail, anuncien un crecimiento interanual de las ventas en el primer trimestre. A los negocios de productos de alimentación en Internet les ha sido aún mejor ante la avalancha de pedidos.
Los productos discrecionales están llevándose la peor parte del golpe provocado por el virus. Aunque las empresas están normalizándose, llevará tiempo compensar el impacto psicológico que han sufrido los consumidores chinos.
Los negocios más castigados
No sorprende que el brote haya golpeado duramente a los hoteles, ya que las personas han reducido al mínimo los viajes a lo largo del trimestre. Las tasas de ocupación de muchos hoteles chinos se han desplomado hasta por debajo del 10%, y lo mismo ocurre en Japón y Corea.
Para Fidelity, la experiencia de China, desde los primeros casos hasta los confinamientos posteriores, ha servido como indicador adelantado de esta epidemia mundial. Ahora, las señales de recuperación de la demanda interna impulsada por el consumo deberían inocular una dosis de optimismo cauto a un mundo presa del pánico.