Mientras dos de ellos -Chile y Suecia- han logrado sortear la contracción en uno de los dos primeros trimestres del año, evitando así los números rojos oficiales: dos datos trimestrales consecutivos en receso de actividad. Sólo China constató un repunte real del PIB entre abril y junio.
La expansión económica del coronavirus tampoco da tregua. Los cinco continentes han quedado sometidos a una parálisis de actividad sin precedentes en época de paz. Y lo que es peor. No se atisba una pista de despegue propicia y capaz de aportar el suficiente brío y energía como para proclamar, a primera vista, la entrada en cielos abiertos, en un ciclo de negocios que entierre el impacto del Covid-19 sobre la economía global. Este es el diagnóstico que reconocen desde el centro de investigación e inteligencia de negocios de Standard & Poor’s. Para los expertos de la agencia de calificación de riesgos una recuperación en V, como se presagiaba antes e, incluso, a lo largo del pasado verano, es cada vez más improbable. La mayoría de los países continúan aún sumergidos en aguas turbulentas. En una “profunda crisis”, como anticipaba hace unas fechas el Banco Mundial, en un informe de situación en el que avanzaba que 2021 sólo corregirá una porción de la brusca depresión económica de este ejercicio. La Gran Pandemia “combina las más devastadoras características de las crisis precedentes”, afirma esta institución multilateral, que calcula que el impacto sobre las economías y el empleo, en la recesión actual, será tres veces de mayor intensidad que la sufrida durante el credit-crunch de 2008-09.
China el primer PIB que ha retornado a la senda del crecimiento no ha logrado insuflar el ritmo de dinamismo necesario para espolear la economía mundial. Ni añadir optimismo a un rebote de la actividad que sirva para superar el impacto del coronavirus. Incluso sus ventas de bienes al por menor se mantiene en un “punto de debilidad” que contrasta con la “solidez” que registró a la salida del tsunami financiero de 2008, explica Jakob Ekholdt Christensen, de Danske Bank, su jefe de investigación de Economía Internacional y Mercados Emergentes en una reciente nota a inversores.
Mientras, la coyuntura en EEUU, en su peor recesión en el segundo trimestre del año, espera al quinto programa de estímulo fiscal para reanimar el dinamismo perdido con dudas del Congreso sobre el tamaño de la próxima batería de ayudas federales. También el periodo abril-junio fue el de mayor depresión económica en Reino Unido, los socios del G-7 y las economías con mayor tamaño en Europa. Muchas de ellas, como la británica con una contracción del PIB sin parangón con las cinco recesiones que ha registrado desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Ruth Lea, asesora económica de Arbuthnot Banking Group , asegura que si las restricciones sociales y la desescalada prosigue en Reino Unido y se acentúan, como parece, por la gravedad del Covid-19, con el añadido de la incertidumbre en torno al órdago que, sobre el Brexit, sigue planteando el Gobierno de Boris Johnson, el PIB británico “continuará sumando desventajas competitivas” en relación a sus vecinos europeos y el resto de mercados industrializados.