En IFM, Jaime Siles defiende un proyecto industrial mucho más allá que una operación financiera, “como hemos hecho en Aqualia”, (filial de gestión de aguas de FCC, de la que controla un 50%), donde, desde su llegada, incluso ha aumentado la plantilla.
Por su lado, los accionistas de control de Naturgy (La Caixa, GIP, CVC y los March) no desean la llegada de este nuevo player a un jardín que consideran propio. Así las cosas, el viernes habrá final a la historia: se sabrá si IFM logra su objetivo. Los grandes decisores, los hedge funds, que suman un 21% del capital. Los minoritarios, con un 7%, son la incógnita.
Sin duda, vehículos como Davidson Kempner, que acaba de declarar un 1,34% del capital, han acudido a la rentabilidad garantizada de la OPA. Con unos 250 millones de euros (un 1,13% del capital), este fondo oportunista tiene la jugada meridiana: ha comprado a un diferencial del 2%-4% por debajo de precios de OPA, con la certeza de que en pocos días obtendrá esa revalorización. Con tipos de interés negativos, un beneficio de varios millones de euros es una magnífica opción para un fondo de inversión que no encuentra remuneración a la liquidez.
En IFM han condicionado la operación por el 22% a la aceptación de un 17%. Consideran que sólo con que el 65% de los inversores institucionales la acepten, estará conseguido. La duda es si el minoritario está informado.
En los últimos días, han aparecido informaciones que denuncian dificultades de información al pequeño accionista. Cierto o no, como casi siempre, el minoritario aparece como el más perjudicado de estas operaciones. Una vez concluida la OPA, Naturgy podría igualar el comportamiento de sus pares relativos, Iberdrola y Endesa, que acumulan un fuerte descenso. Un 26% anual la primera y un 21% la segunda, mientras Naturgy avanza un 14%.
El gas en máximos históricos tal vez pueda ser un apoyo para la cotización, pero la inestabilidad regulatoria constituye otro lastre. Si se produjera un ajuste en función de los gráficos de las compañías, la caída podría ser muy dolorosa para el pequeño accionista.
Mientras, continúa la guerra ‘política’ sobre la operación. IFM avisó que podía solicitar una reducción o incluso la anulación del dividendo, ante el ‘decretazo’ del Gobierno que introducía “riesgo no acotado”, según declaraban en el grupo. Algo que enfureció a los actuales accionistas de control en Naturgy. En La Caixa, el presidente de su Fundación, Isidro Fainé, subrayó que lo necesita para la obra social. Peores son aun los casos de GIP, CVC o los March, que están a crédito en la compañía y precisan del pay out para pagar a los bancos.
El responsable de IFM en España, Jaime Siles, apunta que “Naturgy tenía unos compromisos de inversión de 14.000 millones de euros y eso es lo que queremos, por encima del dividendo: un proyecto industrial de crecimiento”.
El viernes tendrá lugar el fin de esta historia, a la que no se le ven, en principio, más episodios. En principio.