Su introducción en la gestión de inversiones, ha traído grandes avances en distintos frentes: inversiones, cumplimiento, riesgos, experiencia del usuario, etc. pero si hay uno destacable por lo que implica, es la posibilidad de adelantarse a las necesidades de los clientes. La demanda de servicios personalizados en el sector financiero ha crecido, por ello, es crucial conocer bien a los clientes. El objetivo es poder brindarles los productos y/o servicios que necesitan, y ahí la inteligencia artificial, juega un papel esencial.
Se trata, no solo de lograr hacer un “traje a medida” para cada cliente, sino, además, de anticiparse a las necesidades y los deseos de estos. Ello es posible, gracias al análisis de los patrones de comportamiento, trazabilidad en la navegación, etc. En función de las preferencias mostradas, se adecuan los productos o servicios, a las necesidades particularidades de cada cliente.
La inteligencia artificial, lleva la personalización y el “customer experience”, a un nivel superior. Son las propias preferencias del cliente sobre las que, en tiempo real, trabaja y “auto aprende” la inteligencia artificial. Así, se logra que cada cliente, reciba lo que necesita, en el momento en el que lo precisa. Por ejemplo, un cliente que, durante periodos de caídas en las bolsas, entre a consultar su cartera frecuentemente, preocupado por la posible caída, recibirá una información distinta al cliente que no muestre esa preocupación.
Adicionalmente, se puede ir creando un inventario, con el que se analizan los hábitos de consumo, a partir de los cuales, se establecen modelos predictivos, que anticipan la demanda de los clientes. Todo ello, permite llegar a un grado de conocimiento del cliente muy profundo, y adaptar los productos y/o servicios en consecuencia. Por ejemplo, los roboadvisors a través de webs o aplicaciones móviles, tratan de ofrecer los productos de inversión más adecuados de acuerdo con las necesidades que manifiesta cada cliente, pero a la vez, van más allá, son capaces de advertir a los clientes sobre los próximos pagos pendientes, analizar los patrones de gasto, mejorar el porcentaje de ahorro, etc.
El cliente se ha vuelto muy selectivo y demanda calidad, pero a la vez agilidad, cuando no, inmediatez. Ponderando todo lo anterior, la inteligencia artificial, debe ser compañera de viaje, para aquellas empresas que quieran mantenerse en vanguardia en el ámbito de las inversiones, prestando servicios en el momento más adecuado a los consumidores.
Los clientes están en el centro de la ecuación y, a través de la inteligencia artificial, es posible entender lo que demandan, adelantarse a sus necesidades, dedicarles tiempo de calidad, mejorar el servicio prestado, y como consecuencia, aumentar su satisfacción.