Los escudos protectores de las economías para contener los daños colaterales de la crisis del coronavirus han dejado una montaña de endeudamiento de enorme dimensión y de inciertas consecuencias. En los nueve meses desde que, en marzo pasado, se activaron los primeros y billonarios programas de estímulo fiscal diseñados para apoyar la iniciativa privada y subsidiar la pérdida de capacidad adquisitiva, el volumen de endeudamiento soberano y corporativo se ha disparado. Hasta registrar una cota histórica, del 365% del PIB global. Un periodo en el que la deuda acumulada ha sido de un tamaño similar al de la economía estadounidense, la mayor del planeta. En concreto, 19,3 billones de dólares. Salto que supone un incremento del 7,1%, tal y como recogen los cálculos del Instituto Internacional de Finanzas (IIF, según sus siglas en inglés) y que se considera la patronal bancaria mundial. Y que se concentró especialmente en el primer semestre del año, cuando se impusieron los confinamientos sociales que propiciaron la súbita hibernación de las economías, la entrada en recesión sincronizada del PIB global y los programas de estímulo presupuestario actuaron como salvavidas financieros de empresas y hogares en la práctica totalidad del planeta. 

En el ecuador del ejercicio ya se habían desplegado buena parte de las ayudas fiscales de los gobiernos. Entonces, y según los expertos del IIF, la deuda mundial aumentó del 320% al 362% del PIB. Mientras al término del tercer trimestre, en el que rebotaron la actividad por la primera desescalada, apenas subió dos puntos adicionales. Debido a la lenta pero paulatina reactivación de las economías tras la segunda oleada de contagios. Además de al horizonte más despejado creado por la aparición de las primeras vacunas, a sus altos niveles de eficacia avanzados, y a la fulgurante autorización de las autoridades sanitarias para su inminente comercialización, a principios del próximo año, más que presumiblemente. Esta institución se aventura a fijar la cota del 365% del PIB global como el registro con el que concluirá el año y que, cuantitativamente, supondrán 277 billones de dólares, el montante de deuda ocasionada por el Covid-19. 
 

 

 

Los expertos del IIF señalan a los programas gubernamentales de estímulo fiscal como causantes esenciales de esta escalada de deuda soberana. Lo hicieron en un 11%; en concreto, con un total de 77,6 billones de dólares. Mientras que las empresas -deuda corporativa no financiera- han añadido otros 79,6 billones, un 7,4% debido a sus necesidades de liquidez y sus estrategias de freno de sus caídas de ingresos. El repunte fue de menor cuantía en el sector financiero y en la deuda acumulada por los hogares que aumentaron en ambos casos un 4,3%: en 65,6 billones y 49,2 billones de dólares, respectivamente. Las economías más maduras, de rentas altas, fueron las que más rápidamente se endeudaron. En los nueve meses -entre marzo y noviembre- la losa de deuda elevó su peso un 7,4% y concluirá el ejercicio en 196,3 billones de dólares, equivalente al 432% de su PIB conjunto, y elevar en un 50% sus ratios de 2019, explica el IIF. 

La mitad de esa cantidad procede de EEUU, cuyo nivel de endeudamiento ha crecido hasta los 80 billones desde los 71 con los que cerró el pasado ejercicio. Factura que engordó debido a los 3,7 billones de los distintos programas de estímulo, mientras que las compañías aseguradoras aportaron otros 1,7 billones y engrosaron la porción más significativa del endeudamiento de firmas no financieras. En porcentaje, la deuda total estadounidense ascendía al 127,2% del PIB al término del tercer trimestre, frente al 101,7% del mismo periodo de 2019. Las empresas elevaron sus presiones de deuda desde el 74,9% al 88,2% del PIB americano.  

En Europa, las políticas de ayudas presupuestarias de los socios de su área monetaria hicieron trepar su deuda en más de 1,5 billones de dólares, hasta los 53 billones. Sin embargo, eludieron su registro histórico, certificado al término del segundo trimestre de 2014, en plena crisis de la deuda europea, cuando alcanzó los 55 billones. La acumulación de vencimientos de la zona del euro se mantiene por debajo de la estadounidense. A pesar de significar el 115,1% de su PIB. En 2019 era del 101,7%. Entretanto, Japón vuelve a batir todos los datos. Ha elevado su deuda hasta el 257,2% de su PIB, frente al 227% del pasado ejercicio.  

Los mercados emergentes, por su parte, sobrepasaron los 72,6 billones de dólares, el 250% de su PIB conjunto. En 2019, se situó en el 222%. Una escalada que el IIF achaca, mayoritariamente, al sector empresarial no financiero de China, que alcanzó el 166,3% de su PIB al término del mes de septiembre. Frente al 150,4% que registró en el tercer trimestre de 2019. También por la tasa de deuda soberana de sus gobiernos, que aumentó hasta el 63% del PIB emergente, desde el 52,9% del mismo periodo del pasado ejercicio.