Nos hallamos en un entorno de mercado sin precedentes, ya que la pandemia de la COVID-19 sigue causando estragos en todo el mundo. Resulta muy arriesgado intentar predecir, con un mínimo grado de certeza, lo que sucederá a partir de este momento. Un proceso de análisis sólido siempre ha sido esencial para los gestores activos —y nunca ha sido esto tan cierto como ahora.
Consideramos que los gestores activos se hallan en mejor posición para analizar qué compañías pueden capear estas significativas perturbaciones del mercado y cuáles no sobrevivirán a una fase bajista. En nuestra opinión, los gestores activos pueden sacar partido de las ventas indiscriminadas a través de la inversión en empresas que presentan fundamentales sólidos y que probablemente evolucionarán satisfactoriamente después de la crisis y, por lo tanto, están mejor posicionadas para proteger los activos de sus clientes.
Conocer el negocio de una empresa es de vital importancia para determinar su sostenibilidad a largo plazo. A nuestro parecer, los gestores activos están mejor capacitados para examinar las dinámicas de las diferentes industrias y empresas, así como para entender los planes de los equipos directivos. Pueden utilizar toda la información disponible, incluidos datos no financieros, con el fin de determinar los factores que tendrán un impacto sustancial en esas empresas. Si no se conoce un negocio con suficiente profundidad, no se puede establecer la diferencia entre una empresa que es sostenible y socialmente responsable y otra que no lo es.
La COVID-19 ha traído consigo un renovado debate sobre los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), puesto que las compañías buscan alternativas para ayudar a las partes interesadas a abordar esta crisis multidimensional. Si bien estamos siendo testigos del considerable daño infligido a los mercados financieros y a la economía mundial, gran parte de las cuestiones que están adquiriendo mayor protagonismo giran en torno al riesgo social: la salud, la seguridad, el bienestar y los derechos humanos.
Si adoptamos una perspectiva más amplia y nos centramos en la transición hacia una sociedad más sostenible, los gestores activos pueden formar parte del mecanismo de transición entre los mercados de capitales y la economía real al ayudar a desplegar el capital teniendo en cuenta la sostenibilidad. En nuestra condición de gestores activos, hemos adoptado un enfoque basado en la integración, con énfasis en la importancia financiera relativa. Integramos los factores ASG en nuestro exhaustivo análisis fundamental, nuestra meditada selección de valores y nuestro proceso de inversión global. Esto forma parte de nuestra labor de gestión activa a largo plazo y resulta crucial para lograr nuestro objetivo: crear valor a largo plazo a través de una inversión responsable de los activos de los clientes, sobre todo en épocas de gran incertidumbre.
Estamos convencidos de que la inversión sostenible a través de la integración de los criterios ASG, la delegación de voto y la participación activa mejora nuestra capacidad para identificar las oportunidades de inversión que, en nuestra opinión, ofrecen ventajas competitivas sostenibles a largo plazo. En el contexto de la pandemia actual, también nos vemos obligados a examinar la sostenibilidad mundial desde nuevos ángulos y reflexionar sobre la función que la inversión sostenible puede desempeñar en una crisis sanitaria internacional.
El concepto de administración (stewardship) se ha convertido últimamente en un tema candente, y con razón, al demostrarse que las ventajas de una participación activa equilibrada y delegación de voto nunca han sido tan importantes. En mi opinión, algunas de las «victorias» fáciles en materia de sostenibilidad ya han sucedido. Dada la tendencia hacia unas metas y unos objetivos de sostenibilidad divergentes y más sofisticados, un enfoque activo podría resultar más adecuado para analizar los asuntos, comprender su importancia relativa y disponer de capacidad para mirar más allá de los problemas, por ejemplo, para analizar las repercusiones en las cadenas de suministro. Dicho esto, tanto los gestores pasivos como los activos tienen un importante papel que desempeñar a la hora de añadir todo el valor potencial de una meditada participación activa y delegación de voto. Si bien los grandes gestores pasivos disponen del tamaño necesario para influir en la votación sobre asuntos generales, su escala podría obstaculizar su capacidad para interactuar con las empresas en temas más concretos.
En cambio, la gestión activa presenta una mayor fragmentación. Los inversores activos con profundas capacidades de análisis pueden llevar a cabo el «descubrimiento de la importancia relativa», parecido al «descubrimiento de precios», e interactuar de forma proactiva con las empresas en las que invierten con el fin de promover el cambio.
Consideramos que la inversión sostenible a través de la integración de los criterios ASG, la delegación de voto y la participación activa mejora nuestra capacidad para lograr los objetivos de nuestros clientes y satisfacer nuestra responsabilidad fiduciaria. No creemos en modo alguno que se puedan lograr los mismos resultados a través de la oferta de productos con componentes o filtros ASG. Los inversores eligen de manera activa optar por la gestión pasiva y adoptar las opiniones del proveedor del índice en cuestión.
En nuestra experiencia, los inversores buscan una mejora sostenida y a más largo plazo de importantes ámbitos ASG que revisten relevancia para una compañía específica. Si bien entendemos por qué la transparencia y el cálculo son importantes, debemos evitar una excesiva dependencia de las herramientas de medición reducidas o categóricas, de las cuales no puede esperarse que capturen el matiz y el rango de los riesgos y las oportunidades ASG que afrontan las compañías.
La armonización con los objetivos del cliente resulta primordial: se trata de comprender si el gestor respeta las opiniones del cliente y cómo se tiene en cuenta la sostenibilidad en su proceso de inversión. La titularidad activa podría convertirse en una necesidad y en la norma para todos los gestores, tanto activos como pasivos. Es posible que los titulares pasivos, y no los gestores pasivos, se vean penalizados si no utilizan su poder de voto para alentar prácticas más sostenibles en las compañías.
Y, ahora, cuando afrontamos una presión y complejidad sin precedentes, los gestores que sobrevivan serán las firmas que realmente se ajusten a las necesidades a largo plazo de sus clientes: la misma filosofía que nutre nuestras convicciones de gestión activa.