El crecimiento europeo ha demostrado ser muy resistente. Resulta sorprendente ver lo bien que se han mantenido en los últimos meses los datos europeos, y sobre todo los alemanes, a pesar del menor crecimiento de las economías emergentes, la volatilidad del mercado y el escándalo Volkswagen. Por ejemplo, las expectativas sobre la encuesta de sentimiento empresarial IFO batieron un nuevo record en octubre, una clara señal de optimismo entre las compañías exportadoras e industriales alemanas. En Italia, desde comienzos de 2015 hemos visto cada vez más indicios de que el país está saliendo de un largo período de crisis. Y en Francia, los datos manufactureros, de los hogares y del sector servicios indican una recuperación, aunque en menor medida. Hasta este momento, Francia e Italia se habían perdido la recuperación europea, pero ahora parecen estar tomando impulso dentro de un escenario global que se ha vuelto más complicado. Consideramos que el crecimiento europeo debería seguir aumentando un 1,5-2% en los próximos trimestres y esto debería ayudar a que los beneficios corporativos crezcan a un ritmo más rápido dentro de un entorno en el que los bajos tipos de interés y los reducidos precios de las materias primas junto con unas tendencias estables en los salarios constituirán elementos suficientes para impulsar los márgenes de las compañías.
Al resaltar la necesidad de mayor flexibilización monetaria (ya sea tanto a través de más medidas de relajación cuantitativa y/o mediante la reducción de la tasa de depósito), el BCE ha hecho gala de una actitud claramente proactiva, habida cuenta de su trayectoria. No cabe duda de que el BCE está preocupado por las bajas expectativas de inflación, pero también está gestionando los riesgos con el objetivo de proteger una recuperación que potencialmente podría verse amenazada por la ralentización en las economías emergentes
La existencia de valoraciones no muy elevadas en los mercados europeos hace que la zona sea atractiva dado que estamos claramente al inicio de un ciclo de beneficios. En términos generales, estamos al comienzo de una recuperación en el crecimiento de los países desarrollados, pero la recuperación mundial se verá limitada por la desaceleración en las economías emergentes que están lidiando con un entorno deflacionario. De hecho, los países emergentes están hoy atrapados entre el reequilibrio de la economía china -que está impactando de forma significativa en los patrones de comercio exterior de muchos países- y el riesgo de que se produzca un desapalancamiento del sector privado después de la rápida acumulación de crédito que hemos visto en los últimos años. Este escenario nos ha llevado a preferir las acciones frente a los bonos.
En relación a la exposición a bolsa, tras la reciente recuperación del mercado de renta variable europea, hemos reducido nuestra sobreponderación en esta clase de activo. Sin embargo, seguimos siendo optimistas respecto a las perspectivas para las acciones europeas y mantenemos nuestra preferencia por la eurozona con un focus en particular en compañías cíclicas domésticas.
Si nos fijamos en los bonos, hemos reducido nuestra infraponderación en bonos norteamericanos tras la reciente reunión del Comité de Mercado Abierto que hizo que los rendimientos de los bonos subieran ligeramente. La persistencia de unas presiones inflacionistas limitadas unido a la fragilidad de los países emergentes debería hacer que la Fed endureciera su política a un ritmo menor del que habíamos previsto anteriormente. Las perspectivas positivas para las empresas europeas junto con la clara determinación del BCE de seguir apoyando la economía nos han llevado a favorecer el crédito euro high yield.
Benjamin Melman, Director de Asignación de Activos y de Deuda Soberana en Edmond de Rothschild AM (France)