La zona euro podría estar en el buen camino para registrar su mejor año desde el 2007. Dicho esto, todavía queda mucho por recorrer para volver a la normalidad. Y claramente, uno de los riesgos más obvios sigue siendo el desastre griego.
En otoño del 2014, el pesimismo sobre la economía de la eurozona se extendió rápidamente como consecuencia de los malos datos macroeconómicos que se publicaron respecto a Alemania, por los que algunos expertos llegaron incluso a señalar que el país podría entrar en recesión. Tal fue la incertidumbre que reinaba en la primera mitad de octubre, que los mercados de renta variable europeos llegaron a caer más de un 10%. Sin embargo, incluso en ese momento no había señales de que la ayuda fuera a llegar a la zona euro. El precio del petróleo ya había caído cerca de un 30% durante los meses anteriores, mientras que el euro se había debilitado un 10%.
Dicho esto, todavía queda un largo camino por recorrer para que la zona euro vuelva a la normalidad. Incluso con un crecimiento decente este año, la actividad económica total de la zona euro no alcanzaría el nivel en el que estaba a comienzos de 2008, lo que implica 8 años sin crecimiento. El gasto total de inversión es todavía un 17% inferior a los niveles previos a la crisis, mientras que la tasa de desempleo sigue estando en un nivel inaceptablemente alto, del 11,3%, y la inflación subyacente se mantiene en un mínimo histórico del 0,6%. Por tanto, la situación económica sigue siendo complicada, lo que debería generar una verdadera urgencia en los responsables políticos para que hicieran lo necesario para que la economía dejara atrás los problemas. Desafortunadamente, hay un claro riesgo de que las mejores condiciones económicas generen cierta complacencia.