En aquel momento Brasil se había convertido en el verdadero El Dorado de Latinoamérica. Era un estado presidido por Lula Da Silva que había conseguido dominar el miedo de los inversores institucionales y del resto de gobernantes del mundo que hasta ese momento habían vivido casi con pavor la llegada de un líder sindical a presidente del gobierno. En su círculo virtuoso, bajo el mandato de Lula la economía creció, la pobreza se redujo casi prodigiosamente igual que el desempleo.
Pero los expertos dicen ahora que todo ese crecimiento tenía los pies de barro y parece que ahora se tambalea bajo el segundo mandato de Dilma Rousseff. Es más, todo podría embarrarse aún más por los graves problemas políticos en los que se encuentran inmersos el gobierno y la principal compañía del país, la petrolera pública Petrobrás.
En estos momentos la oposición sigue intentando provocar un juicio político que tenga como consecuencia la destitución de la presidenta del país y esto, dicen los analistas, sería muy negativo para Brasil, un estado que necesita decenas de reformas para volver a crecer. Por cierto, su Constitución permite la destitución de un presidente si hay razones jurídicas y eso es lo que está intentando la oposición, que se admitan sus razones.
Los analistas de BofA Merrill Lynch decía en una reciente entrevista que “en nuestra opinión Brasil va a sufrir otro año de fuerte contracción. Creemos que la falta de coordinación más la caída de la inversión y la debilidad del mercado laboral llevará a una contracción del 3,5% del PIB, mucho más de lo que espera el consenso”.
Es más, creen que más allá de que la oposición consiga desbancar a la presidenta de su puesto, lo cierto es que el Partido de los Trabajadores (PT) que preside lo va a tener muy difícil para sacar adelante todo las reformas y en su opinión, son más que necesarias. Y eso que el ejecutivo ya ha tenido que recortar gastos y subir impuestos, algo que le ha granjeado aún más antipatía de sus ciudadanos. Tanto que el grado de aprobación de su gobierno ha alcanzado los mínimos de los 27 años.
No es de extrañar, si se tiene en cuenta que Rousseff está luchando contra varios casos de corrupción, uno de los mayores, el que afecta a Petrobrás, la petrolera pública. La compañía también pagaba comisiones del 3% para realizar algunas adjudicaciones, lo que ha provocado que se hayan descubierto desvíos de presupuesto que pueden superar los 3.000 millones de euros en los últimos años, aunque las cifras varían dependiendo del informe o de la noticia que se lea.
Para Barclays el principal problema de la economía brasileña se ha ido gestando durante los últimos 25 años gracias al fuerte aumento del gasto público. Tanto, que según algunos estudios, en 2012 casi tres cuartas partes del presupuesto se dedicaban a pagos directos a la población –seguridad social, subsidios, salarios…) mientras que en 1987 el porcentaje era de apenas el 39%.
Hay que contar que la agenda de Lula marcaba como objetivo primordial reducir la pobreza en su país y que para ello este tipo de políticas eran imprescindibles, aunque el empeoramiento de la situación podría llevar al país a dar varios pasos atrás. Explican en Barclays que “la situación económica podría empujar a millones de brasileños de vuelta a la pobreza y volver a reducir la incipiente clase media”.
De hecho, la renta per cápita se ha reducido un 7,5% en los últimos tres años “lo que hace difícil predecir cómo va a reaccionar esa clase media ante esta nueva situación”, explican en la firma.
Pero, ¿cómo ha pasado Brasil de ser la gran esperanza de Latinoamérica a la situación actual?
En BofA Merrill Lynch apuntan que “desde un punto de vista el país es una víctima de la caída de los precios de las materias primas provocada por la desaceleración de China”. Calculan que desde 2012 las exportaciones se han reducido un 25% con respecto a las importaciones y que esto podría haber pasado una factura de un 3,5% al PIB del país.
“Brasil ha entrado en este ciclo de materias primas con una economía débil, una posición financiera y política débil”, explican en la firma. Aseguran que el país no aprovechó los años de bonanza para invertir y que el porcentaje de ahorro de los ciudadanos ha caído sustancialmente.
Es más, explican que “la fuerte demanda que llevó a la recuperación de los últimos años estuvo ligada más bien a la política fiscal expansiva de Dilma Rousseff en su primera legislatura”.
Todo esto, junto a la caída de los ingresos por materias primas han llevado a un fuerte aumento del endeudamiento del país que llega ya casi al 70% del PIB lo que ha provocado que las agencias de calificación crediticia vean riesgos.
Política monetaria
El sobrecalentamiento de la economía por la política fiscal expansiva de Rousseff provocó también un gran aumento de la inflación. “En respuesta el banco central inició un proceso de subidas en 2013 que se interrumpió en abril de 2014”. Los expertos creen que no fue más que una estrategia electoral del gobierno porque cuando la presidenta tomó de nuevo las riendas del país se reinició la política de subidas y en estos momentos los tipos están ya en el 14,5%.
Por si fuera poco, el país también se enfrenta a una fuerte devaluación del Brasil. En Citi consideran que “el deterioro de los fundamentales nos indica que podría debilitarse aún más”, sobre todo contra el dólar. Sin embargo en la firma consideran que esto podría beneficiar su balanza comercial .
¿Cómo invertir?
Para Simón Pérez, director de inversiones de Panoramia, “nosotros pensamos que una oportunidad muy buena, especialmente después de la bajada de rating, es el bono de Brasil en dólares americanos con una rentabilidad del 5,85%. Es decir, paga tres veces lo que paga el bono español a 10 años con el mismo rating. En Brasil llevan dos años subiendo tipos porque hay una inflación superior al 12%”.
El experto explica que, “lo que sucede es que la inflación devalúa el poder de los bonos a largo plazo y por tanto es un coste financiero. Es un mal, pero es un mal si inviertes en reales brasileños. Al comprarlo en dólares americanos estamos quitándonos de encima el riesgo de la divisa. Brasil es una economía independiente que todavía tiene la máquina de imprimir billetes, está entrando en recesión, entonces lo previsible es que en vez de subir tipos como en los últimos dos años los empiece a bajar”.
Hay que tener en cuenta que algunas firmas piensan que la inflación podría llegar a superar el 9% el año que viene.
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