Una de estas actividades incluidas dentro de esta nueva manera de consumir es el crowdlending: los préstamos entre particulares. Las plataformas que realizan esta actividad se alían con las nuevas tecnologías para poder unir directamente a aquellas personas que necesitan financiación con otras dispuestas a prestarles el dinero a cambio de un tipo de interés. Internet permite a estas empresas poder ahorrarse los costes de infraestructuras, de personal, de red de oficinas, y transmitir este ahorro directamente a sus clientes, lo que se traduce en mejores condiciones para prestatarios e inversores. Los primeros pueden conseguir préstamos más baratos que a través de un banco y los segundos pueden invertir en una nueva clase de activo que, hasta ahora, estaba sólo reservada para los bancos e instituciones financieras tradicionales.
Como muy bien sabe el presidente del BBVA, Francisco González, los bancos (y esto se puede extender a cualquier tipo de negocio lo suficientemente grande: hoteles, taxis, supermercados, agencias de viaje…) que no sepan adaptarse a las nuevas tecnologías y al mundo digital perderán atractivo y competitividad. “Y se acabarán extinguiendo como los dinosaurios”. En este punto estamos de acuerdo desde Lendico, la última plataforma de crowdlending que opera en España y la primera de perfil internacional. Además de en nuestro país, ofrecemos inversiones alternativas en Polonia, Austria y Sudáfrica.
Por otro lado el inversor, tras registrarse en Lendico, podrá elegir entre diferentes préstamos personales con tipos diferentes de riesgo, creando, así, una cartera de inversión individual ajustada a su perfil de riesgo. Cuando se invierte en crowdlending, la mejor idea es la de diversificar al máximo la cartera de inversión entre diferentes tipos de riesgos, de forma que, en caso de haber un impago, la pérdida no tenga impacto. Por ello, en Lendico es posible invertir cantidades desde los 25 euros.
Lo que desde Lendico y otras plataformas de crowdlending conseguimos es tan solo una mínima parte de lo que la economía colaborativa está consiguiendo. No se trata sólo de grandes números, sino de un fenómeno social que ya empieza a afectar a industrias enteras incapaces de adaptar su modelo de negocio a los nuevos tiempos. Y lo hemos conseguido gracias a una nueva moneda llamada confianza.