Si realizamos una comparación entre iguales, vemos que cualquier bono emergente con cualquier calificación crediticia, en la misma divisa y con la misma duración, ofrece a los inversores un rendimiento superior a un bono similar emitido en Europa o en Estados Unidos. Mientras que se ha producido una cierta compresión de los diferenciales en el tramo corto de la curva pues los inversores se estaban posicionando para una subida de tipos, la deuda de mercados emergentes con grado de inversión y los bonos high yield siguen ofreciendo un importante potencial. Y serán precisamente los inversores que tomen posiciones a más largo plazo lo que podrían sacar más partido de este tipo de deuda.
Hemos asistido a un cambio importante en el sentimiento, después de cuatro años en los que la rentabilidad del mercado no ha sido positiva. Sin embargo, las perspectivas empezaron a mejorar el pasado verano, cuando los inversores y el Fondo Monetario Internacional empezaron a detectar un repunte en el PIB. E incluso ni siquiera los políticos americanos han sido capaces de ensombrecer estas buenas perspectivas. De hecho, el apetito de los inversores se vio muy poco penalizado por la elección de Donald Trump. Es posible que muchos de sus objetivos no lleguen a buen término y además es poco probable que terminen materializarse tanto la aprobación de aranceles transfronterizos como que se introduzcan grandes cambios en el NAFTA. En esta misma línea, el hecho de que Trump no esté pudiendo avanzar con su programa constituye buenas noticias para México y China y para los consumidores americanos que al final iban a tener que pagar un precio más elevado por los artículos importados. Por todo ello, vemos más oportunidades en los sectores que no están dominados y politizados por Trump.
Dentro del amplio abanico de países emergentes, Latinoamérica sigue siendo nuestra región preferida dado que el crecimiento está regresando desde niveles bastante bajos. Por ejemplo Brasil y Argentina están superando la recesión y en el caso concreto de Argentina, las agencias de rating han sido bastante lentas a la hora de actualizar al alza su rating. En términos generales, dentro de los mercados emergentes los flujos han aumentado a medida que la rentabilidad económica mejoraba. Las nuevas emisiones han acaparado buena parte de los nuevos flujos lo que ha permitido que los diferenciales no se comprimiesen demasiado. Los diferenciales han caído desde sus máximos de 520pbs, pero los inversores siguen obteniendo 300pbs sobre los bonos del tesoro americano. Por su parte, los impagos también se mantienen contenidos en niveles del 1-2% por año.
Con respecto a la divisa, aunque pensamos que las divisas locales obtendrán mejores resultados este año, seguimos favoreciendo las emisiones en divisa extranjera. Los bonos denominados en dólares o en euros suelen ser menos volátiles, lo que ayuda a conservar la estabilidad de la cartera sin necesidad de incurrir en los costes que suponen las estrategias de cobertura.