La debilidad del euro es un arma de doble filo. Por una parte, es positiva porque las compañías europeas exportadoras ganan competitividad al poder vender a precios más baratos frente al dólar estadounidense. Sin embargo, en un momento de tensión en los mercados energéticos por la guerra de Rusia y Ucrania, un euro depreciado encarece las compras de gas natural y petróleo y añade mayor presión inflacionista a la economía europea.
Se da, además, la paradoja de que Estados Unidos ha triplicado sus importaciones de gas natural licuado (GNL) a Europa desde el comienzo del conflicto bélico en Europa del este. La Unión Europea (UE) quiere elevar los inventarios de almacenamientos de gas natural con el objetivo de estar preparado de cara al invierno y poder asumir sin cortes de suministro los meses más duros de frío. El ‘fracking’ en la industria gasística estadounidense genera gas en abundancia y precios competitivos en un momento en el que la UE quiere reducir a cero su dependencia energética de Rusia. Catar, Nigeria o Argelia son otros de los socios comerciales que están incrementando sus importaciones al Viejo Continente gracias a la guerra.
EEUU exportó el 74% de su gas natural licuado (GNL) a Europa, en comparación con un promedio anual del 34% el año pasado, según las estimaciones de Natural Gas Monthly y EIA publicadas en abril. En 2020 y 2021, Asia había sido el principal destino de las exportaciones de GNL de EEUU, representando casi la mitad de las exportaciones totales, recoge El Periódico de la Energía. Estados Unidos se convirtió en el mayor proveedor de GNL de la UE y el Reino Unido en 2021, representando el 26% de las importaciones totales. En los primeros cuatro meses de 2022, las importaciones de GNL de Estados Unidos a la UE y el Reino Unido se han más que triplicado, en comparación con 2021, con un promedio de 7,3 miles de millones de pies cúbicos (Bcf/d) y representando el 49% de las importaciones totales, según datos del observador empresarial Cedigaz.
Este escenario alcista para el dólar es, en gran medida, gracias a la agresiva subida de tipos de interés que está llevando a cabo la Reserva Federal de EEUU con el objetivo de frenar la inflación que se sitúa en máximos desde 1981. El pasado 15 de junio, el banco central con sede en Washington elevó el coste del dinero en 0,75 puntos porcentuales y dejó el tipo de interés oficial de la mayor economía del mundo en la horquilla entre el 1,5% y el 1,75%. Es decir, fue su mayor subida de tipos desde 1994 y la tercera desde que empezó a normalizar su política monetaria en marzo. El organismo emisor que preside Jerome Powell adelantó que muy probablemente en julio se produzca otro aumento de 0,75 o de 0,5 puntos para luchar contra la inflación.
El Banco Central Europeo (BCE) va a tener que incrementar el coste del dinero porque una mayor rentabilidad de la deuda de EEUU atrae capitales desde la Unión Europea y esto a su vez supone una forma de depreciar el euro. Para comprar bonos del Tesoro estadounidense habría que ir al mercado de divisas y cambiar euros por dólares, lo que supone descensos para la divisa comunitaria. El mercado anticipa que el nivel de subidas de tipos en la eurozona va a ser mucho más moderado que en EEUU con el objetivo de no someter a las economías a una desaceleración por lo que no se espera en el corto plazo un fortalecimiento de la divisa común europea.
“El mercado se ha vuelto tan dependiente del BCE que la retirada de estímulos provocó que los rendimientos de los bonos italianos a 10 años se dispararan desde el 1,24% de principios de año, al 4,2% el 14 de junio de 2022. Eso llevó al BCE a convocar su primera reunión de emergencia desde 2020. ¿Cuál fue la conclusión de la reunión? ¡Que necesita nuevas herramientas! Es decir, algo que pueda ayudar a contrarrestar la fragmentación de los mercados de bonos europeos a medida que reduce las compras. Todavía no se han publicado muchos detalles de cómo sería, pero lo más probable es que se busque dirigir las reinversiones hacia los títulos soberanos en situación de estrés”, apunta Nitesh Shah, director de materias primas y análisis macroeconómico de WisdomTree.
“Parecería que, por el momento, la Fed no está preocupada por la venta generalizada de la renta variable. Sin embargo, dada la fuerte destrucción de riqueza que se suma a la crisis generada por el incremento del coste de vida, nos preguntamos cuánto tiempo pasará antes de que otros bancos centrales acompañen al BCE en el desarrollo de nuevas herramientas para reducir la presión. Esperamos que los mercados se estabilicen a medida que los bancos centrales dan un paso atrás, evalúan sus problemas únicos, y diseñan herramientas de política apropiadas”, añade.
Otro argumento que explica la debilidad del euro es la percepción que tiene el mercado sobre los riesgos que afrontan las finanzas europeas. En primer lugar, una gran dependencia de materias primas de Rusia y Ucrania, de hecho los precios del gas en Europa se dispararon un 50% a lo largo de la semana después de que Rusia redujera las entregas. Además, preocupa la posible fragmentación de los mercados de bonos europeos entre la renta fija emitida por los países más endeudados y los del centro de Europa a medida que el BCE reduce las compras de deuda y el organismo monetaria arrastra un balance acumulado de 8,56 billones de euros y todavía no ha puesto fecha a la reducción de su balance frente al calendario de la Fed.