Es totalmente necesario para poder acelerar estos compromisos que le demos dimensión y escala, por lo que todos (países, organismos internacionales, empresas y toda la población) debemos actuar con consistencia y determinación para hacer que esta década se convierta en la década de acción para los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Objetivos claros como agua limpia y saneamiento, alimentación y lucha contra el hambre, salud y bienestar, cambio climático y medioambiente y pobreza y desigualdad son algunos de los principales retos que se engloban dentro de los 17 ODS.
La inversión en temáticas relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible es, y va a continuar siendo, un pilar importante para cumplir los objetivos marcados y afrontar los principales problemas del planeta.
Según un informe del Global Impact Investing Network (GIIN), el 73% de los inversores de impacto encuestados utilizan los ODS como marco para la medición y gestión del impacto.
Inversiones de impacto
Es de todos conocida la necesidad clara de fomentar este tipo de inversiones para tratar de impactar positivamente en la consecución de los objetivos marcados. Lo que no es tan sabido es que, con ello, no solo se fomenta el flujo del ahorro hacia la inversión en esos sectores claves, sino que además se pueden obtener unas potenciales rentabilidades favorables para los inversores.
El entorno económico actual se caracteriza por fuertes políticas monetarias y fiscales que, sin duda, han contribuido a un ciclo expansivo de gran envergadura caracterizado por valoraciones elevadas de los activos de riesgo (mercado de renta variable y mercado de crédito) y unos tipos de interés muy bajos a nivel mundial.
Adicionalmente, 2020 nos ha deparado grandes cambios derivados de la crisis provocada por la COVID-19 y ha complicado aún más la toma de decisiones de inversión. El comportamiento de los índices a nivel global ha mostrado fuertes variaciones y destacadas diferencias entre ellos, pero también ha puesto de manifiesto la existencia de dos grandes temáticas que, aunque no son nuevas, han tomado un impulso relevante en poco tiempo.
Una muy conocida por todos ha sido la mejora en perspectivas y en valoración de las acciones tecnológicas, principalmente las grandes compañías americanas más conocidas como los FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google), que han impulsado fuertemente los índices que las contienen.
La otra gran temática ha sido la inversión ligada a criterios Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo (ASG), destacando las compañías relacionadas con los citados ODS. A modo de ejemplo, en lo que llevamos de 2020, empresas vinculadas a la lucha contra el cambio climático y con la mejora del medioambiente están teniendo un comportamiento muy favorable.
Se han visto incluso revalorizaciones de doble dígito en varias empresas enfocadas a energías renovables que, alejadas de las fuertes caídas registradas en determinados sectores e índices geográficos, presentan rentabilidades muy elevadas (S&P Global clean Energy Index).
Otras temáticas como agua limpia y saneamiento, salud y bienestar también están teniendo un buen comportamiento relativo, impulsando la rentabilidad de los fondos sostenibles en sus distintas variedades.
Una tendencia que llega para quedarse
Aunque algunos piensan que esto puede ser una moda pasajera, las necesidades de inversión previstas en este ámbito unido a la concienciación cada vez mayor a invertir teniendo en cuenta criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo son dos fuerzas imparables.
Consideramos, además, que muchas de estas compañías que se incluyen en este tipo de inversiones desarrollan productos y procesos innovadores, tienen modelos de negocio poco convencionales y, por tanto, buenas perspectivas de crecimiento. Todo ello nos hace pensar que la tendencia va a continuar.
No debemos de olvidar tampoco, dentro de las inversiones con criterios ASG, el buen comportamiento vivido en los activos de renta fija. El mercado ha valorado el atractivo del gran número de emisiones de bonos verdes y de bonos sociales, y dentro de estos últimos, las recientes emisiones de bonos COVID-19.
Si algo positivo podemos sacar de la crisis sanitaria que estamos viviendo es que estas estrategias han salido muy fortalecidas. Los inversores claramente están poniendo el foco en invertir con criterios de sostenibilidad.
Esta tendencia y su buen comportamiento de las inversiones sostenibles reafirman nuestra convicción de que su utilización y la obtención de mejores retornos para los partícipes no son conceptos antagónicos, sino que reman en la misma dirección.