Este mismo martes, de hecho, la agencia estatal de noticias Xinhua apuntó que el Gobierno de Pekín intensificará sus esfuerzos para promover un Internet "civilizado", reforzando la supervisión de sitios de noticias y plataformas en internet y animándoles a promover los valores socialistas.

Tras años de crecimiento desbocado y cambios rápidos, los reguladores chinos han intentado reforzar el control sobre la sociedad con una supervisión más estricta de una serie de sectores, desde la tecnología hasta la educación y el entretenimiento. El ciberespacio debe utilizarse para promover la educación sobre el Partido Comunista gobernante y sus logros, según las directrices publicadas por el Consejo de Estado, informó la agencia de noticias.

La regulación afecta a las grandes compañías de comercio electrónico como Alibaba o JD.com, más afín a las directrices de Xi Jinping por el menor uso de publicidad y promociones, pero también a las empresas de videojuegos como Tencent, las plataformas de educación privada e incluso a las compañías de reparto de comida a domicilio o a las de transporte como DiDi.

Este mismo lunes, se conoció que Pekín pretende disolver Alipay, la plataforma de pagos en Internet propiedad de Ant Group, según informó el diario londinense 'Financial Times'. El Gobierno chino pretende crear una 'app' separada para el rentable negocio de préstamos de la compañía de Jack Ma.

Los reguladores chinos habían ordenado a Ant que separase sus negocios de préstamos —Huabei, que es similar a una tarjeta de crédito tradicional, y Jiebei, que hace pequeños préstamos sin garantía— del resto de sus ofertas financieras y que incorporase accionistas externos. Ahora van un paso más allá y quieren que los dos negocios se dividan también en una aplicación independiente. El plan exigiría a Ant que entregase los datos de los usuarios en los que se basan sus decisiones de préstamo a una nueva empresa conjunta de calificación crediticia que sería en parte propiedad del Estado, según dos personas familiarizadas con el proceso.

"El Gobierno cree que el poder de monopolio de las grandes empresas tecnológicas proviene de su control de los datos", dijo al 'FT' una persona cercana a los reguladores financieros de Pekín. Y añadió: "Quiere acabar con eso".

“El riesgo regulatorio es muy real porque en apenas unos días puedes ver como compañías con varios miles de millones de dólares de repente desaparecen de las aplicaciones de descargas y es algo que condiciona tu modelo de negocio. Hablamos de empresas de distribución de comida, de movilidad… Es cierto que todos los países asiáticos tienen una dependencia grande de China, que es su principal socio comercial, y evidentemente, cómo sea el desarrollo económico de China les va afectar al resto”, comenta Pablo Martínez Bernal, director de ventas de Amiral Gestion en España y Portugal.

Nuevos problemas para los inversores

A la presión regulatoria que está ejerciendo el Gobierno de Xi Jinping se suman nuevos problemas recientes en el país como el repunte del Covid-19 o la deuda que arrastra el gigante inmobiliario Evergrande. Este mismo martes, el segundo mayor promotor del país, cuya deuda asciende a 305.000 millones de dólares, alertó del riesgo de entrar en un proceso de insolvencia por culpa de dos de sus filiales, lo que provocó un nuevo desplome de sus acciones e incrementó los temores a que su caída pueda tener consecuencias para el sistema bancario.

Las acciones de la empresa en la bolsa de Hong Kong cayeron este martes más de un 11%, acentuando una tendencia habitual de aproximadamente el último año, período en el que Evergrande ha perdido más del 80% de su valor bursátil.

Pese a que el sector inmobiliario ha sido uno de los pilares del crecimiento chino y representa según la Oficina Nacional de Estadística el 7,5% del PIB del país, el viceprimer ministro chino, Han Zheng, pidió en julio un todavía mayor escrutinio del sector y esfuerzos para "acelerar el desarrollo de la vivienda pública de alquiler" y evitar el uso del sector inmobiliario para "estimular la economía a corto plazo", recoge EFE.

También este martes las autoridades chinas decidieron confinar a los residentes de Xiamen, ciudad de cinco millones de habitantes y una de las más pobladas de la provincia suroriental de Fujian, donde un reciente rebrote del coronavirus SARS-CoV-2 sumó 60 nuevos positivos este lunes. La Comisión Nacional de Sanidad de China informó de que, de los 60 nuevos contagios locales diagnosticados este lunes (59 confirmados y un asintomático), 32 se localizaron en Xiamen, y análisis preliminares citados por la prensa local apuntaron a la presencia de la más virulenta variante Delta.

El principal índice de la bolsa china, el FTSE China A50, acumula un retroceso en lo que va de año del 13,34% y en el tercer trimestre del año un 12,11% hasta los 15.343 puntos.

"No entraría en ningún valor de China si el índice FTSE China A50 no cotiza por encima de los 16.050 puntos, que sería la primera zona relevante. Si supera ese nivel podríamos pensar que estamos ante un doble suelo y que el dinero vuelve a entrar en China por mucho que digan los bancos de inversión. Aquí la clave es no asumir más riesgos de los debidos y claramente estamos en tendencia bajista. Si logra superar los 16.050 puntos pues podríamos fijarnos en los típicos valores como Alibaba, que está en boga de todo el mundo por las fuertes caídas que ha tenido", concluye el analista de IG, Sergio Ávila.