Aunque las condiciones asociadas a esta medida conllevan un riesgo político en cuanto al momento en que los países más débiles deben pedir ayuda al FEEF, la garantía de que el mencionado salvavidas estará disponible constituye un hecho de gran importancia. Esta situación nos permite anticipar una reasignación de activos por parte de los inversores que, en lo que respecta al mercado de renta fija, justifica la liquidación el pasado agosto de posiciones con menor riesgo a favor de una selección rigurosa en deuda pública y bonos corporativos en algunos países periféricos.
En este contexto, ¿existe el riesgo de deriva inflacionista como consecuencia de la actuación del BCE? A corto plazo, pensamos que no. Por una parte, las operaciones que el BCE realice en última instancia serán neutralizadas y, por lo tanto, no deberían conducir a un aumento descontrolado de la masa monetaria, la cual registra un crecimiento anualizado de tan sólo un 4 % (M3). El volumen de préstamos de los bancos, aparte de su compra de deuda pública, está cayendo, lo que merma la velocidad de circulación del dinero. En un contexto en el que el nivel de desempleo es elevado y la presión fiscal es acusada, nos cuesta imaginar un impacto positivo en la demanda capaz de crear las condiciones para una verdadera deriva inflacionista.