Los mercados esperan sin ningún tipo de inquietud el comunicado que la Reserva Federal emitirá para dar a conocer su primera decisión de política monetaria del año. Lo que descuenta el consenso es que la decisión será dejar las cosas como están. Es decir, no se tocarán los tipos de interés que en estos momentos están ya en el rango de 1,25-1,5%.
La incertidumbre vendrá a partir de la próxima reunión de marzo, cuando Jerome Powell asuma la presidencia en sustitución de Janet Yellen, que la cede el próximo sábado después de haber completado –aparentemente con éxito- el inicio de la normalización monetaria de la FED.
El consenso espera una política continuista para Powell. Para ello las decisiones deberán seguir siendo ampliamente esperadas por el mercado, muy dependiente de los datos y sin sorpresas. Eso, claro está, será así si los nuevos miembros que pasen a formar parte del FOMC siguen teniendo una inclinación más dovish (paloma) que halcón (hawkish).
Más allá de la implicación que pueda tener sobre la política el cambio en la dirección hay que tener en cuenta que la reunión que concluye hoy se produce en un momento en el que se conoce la ralentización del crecimiento económico en el cuarto trimestre, que ha pasado del 3,2% al 2,6% en el cuarto trimestre. Eso sí, aún no se han tenido en cuenta las posibles implicaciones que tengan sobre la economía y la inflación la reforma fiscal y otras medidas que el presidente pudiera aplicar este año –tocan las elecciones de media legislatura-, como la puesta en marcha del plan de infraestructuras.
Richard Turnill, Director Mundial de Estrategia de Inversión en BlackRock, señala en su última nota que “el nuevo estímulo fiscal debería impulsar un crecimiento estadounidense favorable para la expansión mundial y para la inversión en activos de riesgo”. En concreto apunta que “la reforma fiscal estadounidense y las perspectivas de un incremento del gasto federal apuntan a una aceleración del crecimiento en un momento en el que la fase de expansión se adentra en su noveno año. Esto supone un cambio radical en comparación con la anterior política presupuestaria estadounidense que tanto ha lastrado el crecimiento y resulta prometedor para la expansión mundial sincronizada”.
Ellos calculan que la combinación de los recortes tributarios, el reconocimiento inmediato de la inversión en inmovilizado como gasto y el incremento del gasto federal se traducirá en un incremento de 0,8 puntos porcentuales del PIB real estadounidense en 2018. Este impulso fiscal es el más importante en casi una década. En la firma consideran que en estas condiciones la FED podría subir los tipos cuatro veces este año.
Los bancos centrales vuelven este año a marcar el ritmo de los mercados. Ya hemos asistido en los últimos meses a un repunte del Euro ante la posibilidad de que el BCE pueda acelerar el ritmo de la normalización monetaria.
Vincent Reinhart, economista jefe de Standish, parte de BNY Mellon, señala que “el tipo nominal de los fondos federales todavía se halla cerca de dos puntos porcentuales por debajo de la mediana estimada de su valor a largo plazo”. Recuerda el experto que en lo que “ respecta a su balance, la Fed ha anunciado una secuencia trimestral de límites en la reinversión de valores vencidos y amortizados anticipadamente. El efecto neto de estas medidas –cuando sean completamente efectivas en 2019– será la reducción de sus posiciones de deuda soberana, de agencias y de bonos de titulización hipotecaria (MBS) a un ritmo de 50.000 millones de dólares al mes”.
Las políticas monetarias de los diferentes bancos centrales no sólo están impactando en la divisa, sino que también están afectando a los bonos. Como explica David Madden, analista de CMC Markets en Londres, “la Reserva Federal podría elevar sus previsiones de crecimiento e inflación y eso es lo que está elevando la rentabilidad del bono americano, que ayer tocó la cota de 2,72%, que están ahora en un nivel atractivo para los invesores. La rotación de las acciones a los bonos podría continuar hasta que se produzca el comunicado de la FED mañana”, explican.
Lo que tiene claro el consenso es que ninguno de estos cambios importantes tendrá lugar en la reunión de mañana. Eso sí, no hay que descartar que cualquier matiz en el discurso pueda tener su efecto en bonos y divisas.