El éxito a largo plazo (o no) del primer intento de expansión cuantitativa de la Eurozona sigue siendo objeto de debate. Sin embargo, supuso un éxito instantáneo durante algunos trimestres y ahora las insinuaciones de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), han provocado que sus adeptos reclamen más.
En la década transcurrida desde la recuperación de la crisis financiera mundial, la economía de la eurozona ha crecido a un ritmo muy lento, alcanzando un máximo interanual del 2,8% en el primer trimestre de 2011 y el cuarto trimestre de 2017. La inflación en la región también ha estado muy contenida. Si a esto se suman una débil producción industrial alemana y la posición del bloque europeo frente a la disputa comercial entre Estados Unidos y China, es fácil entender por qué el BCE ha rebajado recientemente sus expectativas de crecimiento e inflación a niveles que ponen de manifiesto la necesidad de mayores estímulos. Ahora espera un crecimiento del 1,4% el próximo año, por encima de nuestras expectativas del 1,1%. Sus previsiones de inflación para 2020 y 2021 son del 1,4% y el 1,6%, respectivamente. De nuevo, con base en la capacidad de producción adicional de la economía de la eurozona, consideramos que estas previsiones son demasiado altas.
Recientemente, el BCE se ha quedado cerca de una rebaja de tipos, pero Draghi ha declarado que "será necesario un estímulo adicional" si la economía continúa en la misma línea. Desde su discurso en Sintra, Portugal, los mercados se han movido rápidamente para descontar una fuerte desaceleración de la inflación. Un indicador importante de las expectativas de inflación, el swap de inflación a cinco años de Alemania, que se sitúa en el 1,2%, está ahora muy por debajo de la previsión del BCE, que era del 1,6% para 2021. En el pasado, unas expectativas tan bajas dieron lugar a las compras de activos por parte del BCE. Dado que necesita generar confianza en su capacidad para alcanzar y mantener la inflación en el 2%, es muy probable que, una vez más, el programa de expansión cuantitativa sea una parte clave de su estrategia para aumentar las expectativas de inflación.
Ya hemos podido ver cómo el rendimiento de la deuda pública ha alcanzado niveles aún más bajos. En el momento de redactar este texto, la deuda con rentabilidad negativa se sitúa en 13,1 billones de dólares en todo el mundo. Es probable que esta tendencia continúe y, con la previsión del BCE de reducir de nuevo el tipo de interés de depósito, no se puede descartar que el bono alemán a 10 años avance al -0,5%. Como resultado, la búsqueda de rentabilidad está llevando a los inversores hacia bonos corporativos con vencimientos a más largo plazo tanto en Europa como en otras geografías. Esto debería seguir apoyando el crédito europeo, que ha tenido un buen comportamiento durante el primer semestre de 2019. Esperamos que siga teniéndolo, apoyándose en los buenos resultados de la deuda pública y en unos diferenciales cada vez más estrechos. Es probable que esta dinámica aumente también el crédito del Reino Unido; los emisores europeos representan algo más del 20% del mercado británico. A medida que se intensifica la búsqueda de rendimientos, los bonos híbridos subordinados, financieros y no financieros, también podrían tener buenos resultados.
También es probable que veamos algunas diferencias sutiles con respecto al primer programa de expansión cuantitativa del BCE. El Banco Central Europeo podría ajustar el límite máximo autoimpuesto de cuánto puede comprar a cada gobierno. De ser así, podría optar por realizar el 50% de las compras totales en el mercado alemán. Y dado que estará deseoso de evitar las consecuencias políticas de comprar demasiados bonos de países como Italia, los bonos corporativos podrían obtener una posición mucho más alta esta vez. Sin embargo, parece poco probable que el BCE vaya a comprar bonos financieros. Después de todo, como regulador de la industria, podrían surgir dudas si pareciera que está comprando a un banco y no a otro.
A nivel mundial, los vínculos entre los mercados de crédito se están fortaleciendo
Las diferencias de valor relativo entre los bonos en libras esterlinas, euros y dólares de cualquier emisor pueden desaparecer durante períodos prolongados. Dado que es probable que el BCE compre bonos corporativos en los mercados secundarios y primarios a partir de finales de este año, es poco probable que exista durante mucho tiempo una diferencia de valor relativo entre los bonos en euros y en libras esterlinas del mismo emisor.
Aunque los bonos corporativos europeos son atractivos, es importante que los inversores no olviden lo que está impulsando la necesidad de este segundo tramo de expansión cuantitativa en la Eurozona. Los problemas de la región también ponen de relieve la ralentización del crecimiento del Reino Unido y el creciente riesgo de recesión. Normalmente este no es un escenario positivo para el crédito. Por ello, analizamos la posibilidad de añadir a los fondos, compañías que han demostrado tener un buen historial a la hora de hacer frente a las recesiones. La buena calidad de los activos y el buen gobierno se encuentran entre los mejores indicadores de calidad.