Capital en riesgo. El valor de las inversiones y los beneficios derivados de las mismas pueden bajar o subir y no están garantizados. Los inversores podrían no recuperar el importe invertido inicialmente.
La inversión temática se ha convertido en una de las herramientas más utilizadas por la comunidad inversora para alinear sus carteras con las tendencias que darán forma al mundo del mañana. El empleo de estas soluciones ha crecido considerablemente durante los últimos años, pero se ha acelerado especialmente a raíz de la irrupción de la pandemia en 2020, algo bastante comprensible si se tiene en cuenta que los temas principales han acaparado de media el 25% de los retornos de la renta variable durante los últimos cuatro años. Este buen comportamiento ha hecho que los activos gestionados en estrategias temáticas se multiplicaran por diez durante el lustro que va de 2016 a 2021.
Sin embargo, es importante poner el acento en que la inversión temática, que se presenta como una oportunidad única, puede ser difícil captar y navegar por el espectro de temas en rápida evolución que impulsan los mercados. Estos temas marcan en gran medida la dirección que toman los mercados. Este es el motivo por el que en BlackRock hemos establecido tres criterios clave para definir la inversión temática.
Es dinámica: la dirección de los mercados está condicionada por una amplia variedad de megatendencias que pueden ser estructurales, como la innovación tecnológica o el cambio climático, o más coyunturales, como el cambio en las políticas monetarias o en el sentimiento de los inversores.
Impacta en todo tipo de compañías: la inversión temática requiere de una importante anticipación a la hora de establecer relaciones entre los diferentes valores que componen un sector, una industria o un país. Estas relaciones se establecen mediante un profundo análisis en el que se descubren las conexiones entre compañías y sectores.
Tiene el potencial de generar retornos importantes: la captura del alfa temático se enmarca en un proceso de constante evaluación del potencial de rentabilidad que ofrece un amplio abanico de oportunidades en los que asignar el capital disponible.
Las complejidades de esta definición se pueden afrontar con un proceso sistemático en el que se empleen datos y análisis para identificar, capturar, evaluar y rotar entre las diferentes tendencias de las que emanará el alfa. La identificación de estos campos comienza con el análisis de grandes conjuntos de datos que ofrecen un dibujo más detallado del escenario temático actual. Las tendencias identificadas se relacionan con empresas concretas mediante técnicas de procesamiento de lenguaje natural, conocidas en inglés como NLP y que obtienen sus conclusiones de los artículos publicados en prensa y de las transcripciones de las presentaciones de resultados. De este proceso se obtiene una selección de empresas amplia y diversificada que obtiene exposición a la temática sobre la que se investiga.
El siguiente paso en este proceso sistemático pasa por la constante evaluación y rotación entre los diferentes temas existentes, para lo que hay que aplicar un análisis riguroso. Este proceso se completa mediante la identificación de señales de previsión de alfa entre las distintas categorías. Estas señales incluyen, entre otros factores, el crecimiento de menciones en prensa o la mejoría del sentimiento inversor.
Esta primera fase sienta las bases para la implementación final de las decisiones en el proceso de inversión. Esto permite construir carteras dinámicas y compuestas por diferentes temas en las que la asignación final favorecerá la selección de aquellos con mejores previsiones de alfa y descartará aquellos que tengan una perspectiva menos alentadora. Este proceso logra que la cartera siempre se adapte a las condiciones cambiantes y que la estrategia aproveche las mejores oportunidades del universo de inversión.
Este proceso responde a la creciente implantación de la inversión temática dentro de la industria. La cada vez mayor aceptación de estas estrategias acentúa la necesidad de responder a cómo se pueden equilibrar temas diferentes dentro de una cartera, al mismo tiempo que se adaptan a las condiciones cambiantes que impactan en esas mismas tendencias. La necesidad de este equilibrio es la que pone realmente en valor los procesos sistemáticos en los que se obtiene una lectura actual y real de las oportunidades con mayor potencial de rendimiento.