Se especula con la posibilidad de que la Fed se abstenga de recortar los tipos para no dar la impresión de que favorece al candidato en ejercicio en las elecciones presidenciales. Podemos descartar con seguridad tal conjetura, basándonos tanto en pruebas históricas como en razonamientos sobre el mandato de la Fed. Observamos la diferencia entre el tipo efectivo de la Reserva Federal y una referencia dada por una regla de Taylor estándar y consideramos el cambio acumulado entre el primer y el tercer trimestre de los años electorales frente a los años no electorales. La tabla siguiente muestra que la Fed fue en promedio "más blanda" que la referencia en los años de elecciones generales (presidenciales y al Congreso), pero este resultado está fuertemente sesgado por la Gran Crisis Financiera (elecciones de 2008) y el brote de la covid (2020). Si se excluyen esos episodios, resulta evidente que la Fed no se comporta de forma diferente en años electorales.  

Desde un punto de vista más conceptual, creemos que sigue siendo válida la observación realizada en 1992 por el entonces presidente de la Fed de Dallas, McTeer. La suposición común es que la Reserva Federal está predispuesta a favor del titular, y por lo tanto se esforzaría por evitar una recesión o (como en el contexto actual) asegurarse de que la inflación cae antes de las elecciones. Entonces trataría de dominar rápidamente la inflación y minimizar el impacto sobre el desempleo, lo que, sin embargo, es plenamente coherente con su doble mandato. Por lo tanto, concluyó Mc Teer, los incentivos de la Fed están alineados con los de cualquier presidente en ejercicio, y no hay razón para pensar que el ciclo electoral pueda llevar a la Fed a desviarse de su postura política preferida.  
 

Sin embargo, el resultado de las elecciones puede ser muy importante para la Fed en 2025, por el posible deterioro adicional de la balanza federal. Ambos candidatos han prometido medidas que ampliarán aún más el déficit. Incluso descontando cierta propaganda y considerando la posibilidad de una división del Gobierno (es decir, un Congreso sin mayoría o gobernado por un partido distinto al del presidente), parece probable un nuevo empeoramiento de las perspectivas fiscales en 2025. Tanto los recortes de impuestos de la era Trump como los subsidios ampliados para los seguros de salud expiran a finales de 2025, por lo que los republicanos tendrán que apresurarse para evitar lo primero, y los demócratas lo segundo.

Sin una mayoría única en el Congreso y en la Casa Blanca, todavía hay margen para un acuerdo que añadiría alrededor de 1 billón de dólares al déficit federal. Una mayor deuda pública que se sume a la ya elevada deuda privada contribuirá a elevar el tipo neutral, que es la razón principal de nuestra previsión de una r-star nominal del 2,9%, unos 40 puntos básicos por encima de los mostrados en los puntos de diciembre. Además, una nueva presidencia de Trump conlleva el riesgo de aranceles comerciales generalizados, que son inflacionistas. Sin embargo, no es del todo seguro cómo respondería la Fed a ello, ya que tendrían un impacto negativo sobre la oferta, elevando la inflación al tiempo que deprimen la actividad.