Cada cierto tiempo hablamos de Inditex la joya de nuestra corona empresarial y una firma que debe suscitarnos cierto orgullo patrio, ya que se trata de un líder mundial que opera en el sector del consumo generalista y, por tanto, no goza de situación monopolística, ni obtiene licitaciones públicas, ni está en un sector regulado en el que puede ejercer su lobby ni precisa de favores políticos. No, la empresa fabrica ropa bonita y barata en todo el mundo. Sabe hacerlo y sabe ganar dinero, para ella y para sus accionistas.
Las frías cifras hablan de que facturó 16.851 millones entre febrero y julio, un 13,5% más, a pesar de venir un anterior récord. Batió todas las previsiones de los analistas. El beneficio en el primer semestre fue de 2.513 millones de euros.
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De esta manera, la compañía no sólo es la mayor de España en Bolsa, siendo la única que supera los 100.000 millones de euros en valor total, sino que ya es también la que más pondera, a pesar de que Amancio Ortega y familia tienen bajo su control un 60% aproximado. Pues aun así, pesa casi un 14% en el Ibex. A pesar de que sólo tiene un 60% de capital flotante, es la de mayor peso, mientras que la segunda,Iberdrola tiene el 100%.
En Bolsa sube, desde su debut; en un ya lejano 2001, más del 1.000%, sumando dividendos, desde los algo más de cuatro euros a los que salió a los 34 y medio actuales. La empresa tiene una política de dividendos más que atractiva: reparte una enorme cantidad de sus ganancias entre los accionistas, ya que sus gestores son accionistas. Esa es una práctica más que recomendable: Cuando un particular vaya a invertir en una empresa, será una buena práctica que se fije si sus ejecutivos van a correr el mismo riesgo que él, es decir, si tienen su patrimonio también metido en la empresa.
Si a alguien le parece que los Ortega cobran demasiado dividendo, desde aquí les reiteramos la recomendación: compren acciones de Inditex y participen de ese dividendo. Ahora mismo, una acción cuesta menos de 35 euros. La rentabilidad por dividendo será la misma que la que obtenga Amancio Ortega.
Inditex tiene una filosofía de empresa imbuida en toda su plantilla y esta no es otra que trabajar con ganas en lo que les gusta, con humildad y sin pensar en operaciones corporativas, adquisiciones megalómanas o bonus estratosféricos u otros fuegos de artificio.
La compañía sigue manejando sus tiempos de maravilla, siempre al margen de opiniones o tendencias foráneas. En su día, hizo unos magníficos relevos con José María Castellano, Pablo Isla y ahora preside Marta Ortega, hija del fundador Amancio, junto a Óscar García Maceiras, consejero delegado. De momento, lo están haciendo estupendamente.
España necesita muchos más casos similares a Inditex. Que sepan hacer las cosas, competir fuera y generar empleo dentro. Resultan patéticas las persecuciones políticas que ha sufrido la compañía o su fundador, porque determinados políticos se mueren de ganas de meter mano en un icono que consideran demasiado fuera de su control. Inditex no necesita subvenciones, ni está sujeto a un supervisor que le impone reglas a capricho, en esta España que ha hecho de la inseguridad jurídica un modus operandi que aleja, desde hace tiempo a la inversión foránea.