Diferencial de inflación. En un contexto de creciente apertura comercial y reducción de los costes de transacción, la existencia de diferenciales de inflación entre dos países va a llevar a una depreciación de la moneda del país con mayor inflación, reflejando la perdida de competitividad. Esta depreciación continuará mientras persista el diferencial de inflación.
Crecimiento del PIB. El crecimiento del PIB supone un incremento del consumo, provocando un incremento de las importaciones y por tanto, un incremento de demanda de divisas que es traduce en una depreciación de la moneda nacional. Lo contrario ocurriría en caso de aumento del PIB del país extranjero: un aumento del mismo conllevaría un incremento de las exportaciones del país doméstico, un incremento de la demanda de moneda nacional y, por tanto, una apreciación de la moneda.
Diferencial de tipo de interés. Es sabido que las transacciones financieras son las que generan el grueso de las ofertas y demandas en el mercado de divisas, y éstas dependen del diferencial de tipos. Un incremento de los tipos de interés domésticos frente a los extranjeros provocará un incremento de los flujos de inversión y, por tanto, una apreciación de la moneda.
Existen además otros factores que afectan a los tipos de cambio:
Aversión al riesgo. Históricamente, en los momentos de mayor incertidumbre sobre la evolución de las economías y la actividad empresarial, en las carteras se produce un efecto de refugio: movimientos hacia activos más seguros (renta fija soberana, sectores defensivos, materias primas, etc.). Por lo que respecta a los mercados de divisas, se produce una mayor demanda de activos denominados en dólares, que recoge el efecto beneficioso de ser la unidad de cuenta más utilizada en el mercado, y por tanto una apreciación del dólar frente a otras divisas. Recientemente, otras divisas como el YEN japonés o franco suizo han actuado como activo refugio.
Precio del petróleo. Un encarecimiento del petróleo, especialmente en países con una elevada dependencia energética del exterior se traduce en presiones inflacionistas que se traducen en una depreciación de la moneda y en un impacto negativo sobre el crecimiento económico vía drenaje de recursos e incremento de tipos de interés para controlar la inflación. Este tipo de efecto se vivió a lo largo de los años 2000 y 2001, fue se experimento una depreciación del euro especialmente en los momentos de mayor encarecimiento del crudo.