De una situación negativa o una positiva se recorre el camino con claro optimismo. Pero si hablamos de la senda contraria de bien a mal, el recorrido se hace muy cuesta arriba. Es lo que ahora mismo padece el sector financiero. Los avances significativos hasta el pasado 10 de febrero en toda la banca cotizada española se vieron de tal magnitud, que nadie leyó los peligrosos signos, por ejemplo, de la subida en vertical de Banco Sabadell.
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Hasta entonces todo parecía acompañar para unas entidades que copaban los primeros puestos de Ibex y que presentaban unos grandes resultados, incluso con mejora del dividendo para sus accionistas al cierre de 2021.
La guerra entonces sobrevolaba los mercados, pero la banca contaba ya con un as en la manga: la subida de la inflación no solo provocaba un rápido viraje de los bancos centrales comandados por la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco de Inglaterra, sino que además el BCE amagaba ya con plantearse subidas de tipos este año. Era el fin del largo periodo de los tipos en negativo que tanto habían estado esperando.
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Pero el panorama cambió incluso 15 días antes de que la guerra estallase, a modo de anticipación. Las caídas no se hicieron esperar y se reflejan de la siguiente forma para los bancos que cotizan en el Ibex: 32% de recorte para Banco Sabadell, casi del 22% para Caixabank rozan el 21% en BBVA, alcanzan el 26% para Bankinter, mientras que el Banco Santander acumula recortes desde el 10 de febrero del 22%.
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La llegada de la guerra sin duda está acrecentando esos recortes, que incluso hemos visto en su máxima expresión el pasado día 24 con el comienzo de la invasión de Rusia sobre Ucrania, un día en el que los recortes para las entidades oscilaron entre el 7,7% del Santander, el 7% de Sabadell, el 6,2% de BBVA y la caída por encima del 5% registrada por CaixaBank y Bankinter respectivamente.
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Algo que se une a ese recorte elevado del pasado viernes en el que además el Ibex marcaba su peor semana en el mercado desde el comienzo de la pandemia. Algo que ha llevado a su sectorial, al Ibex bancos a marcar sus peores niveles desde abril de 2021 y a cotizar en negativo, con recortes ya anuales del 4,08% para el indicador, tras ceder, el pasado viernes un 5,6%.
Las sanciones occidentales a Rusia con la vista puesta en el sistema SWIFT también ha impactado en su cotización, como la expectativa de la ralentización económica, para un sector que, sin duda, depende del consumo y los créditos, de la actividad, en definitiva.
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Unas caídas que se reflejan claramente en el euro Stoxx Banks, en el que están representado todas las entidades Ibex salvo Bankinter. Marca una caída semanal del 18,7% para el indicador, que en interanual se convierte en un 6,9% y en lo que llevamos de año de un retroceso del 19,33%, mientras marca, sus niveles más bajos del ejercicio en la sesión del pasado viernes.
Hablamos además de un indicador en el que el peso de los bancos Ibex alcanza nada menos que un 22,3% solo superado por el de los bancos franceses, que roza el 24%. Así nos podemos hacer una idea de su recorrido bajista desde esos máximos anuales marcados el pasado 10 de febrero, la fecha clave donde se inició el descenso.
Y a todo esto se añade que, a pesar de que desde los bancos centrales se asegura que actuarán con subida de tipos para contener la inflación, ese incremento podría ser menor agresivo de lo inicialmente previsto e incluso con la reconsideración de los estímulos monetarios para no estrangular unas economías que empezarán a perder ritmo ya en este trimestre. Si a todo lo indicado, que no es poco ni mucho menos, le añadimos la curva de tipos cada vez con menos ondulación y más aplanada tenemos la tormenta perfecta que ya se ha desatado en el sector.