Renta variable: Si nos fijamos en la rentabilidad del mercado de renta variable y los ratios precio-beneficio, parece como si 2020 ya no se tuviese en cuenta. Cabe señalar que las acciones value han superado claramente a las acciones 'growth' y de calidad desde mediados de mayo. ¿Ha empezado de verdad finalmente la gran rotación que muchos inversores esperaban desde hace mucho tiempo?

Esto podría deberse en parte a la gran diferencia de valoraciones entre acciones 'growth' y 'value' en cuanto al ratio precio-beneficio. En concreto, los valores de tecnología informática fuertemente demandados durante la crisis del coronavirus han alcanzado máximos históricos de valoración. Sin embargo, ante los escasos indicios de aumento de la inflación y los tipos de interés, el repunte del valor podría no tener base suficiente para perdurar.

Sectores típicos 'value', como automóviles o telecomunicaciones, se enfrentan también a graves desafíos, con inversiones necesarias en movilidad eléctrica y la expansión de la red 5G. En este contexto, seguimos apostando por valores de los sectores de tecnología informática y salud que se benefician de las tendencias a largo plazo, valores industriales respaldados por la recuperación económica y bancos que ya se han adaptado en gran medida al entorno normativo más estricto.

Renta fija: El high yield se ha recuperado rápidamente, gracias en buena parte al respaldo de los bancos centrales y la oferta reducida (solo compensada en parte por los denominados "ángeles caídos", anteriores bonos investment grade). Aunque positivos de medio a largo plazo, creemos que podría haber menor potencial en este segmento a corto plazo. En cambio, la deuda pública de los países periféricos y el crédito 'investment grade' siguen ofreciendo al menos cierto potencial de rendimiento.

Divisas: Estamos convencidos de que el euro finalmente podría revalorizarse frente al dólar. Creemos que esta subida se va a ver impulsada por un diferencial de tipos de interés limitado, la profundización de los déficits cada vez mayores de EEUU y la solidaridad europea sin precedentes orientada hacia el crecimiento y la inversión. Por último, hay que mencionar la pandemia, actualmente más problemática en EEUU que en Europa.

Por tanto, hay muchos indicios de que los activos de riesgo seguirán recuperándose: el descenso de las cifras de contagio, el respaldo máximo de los gobiernos y los bancos centrales, la menor volatilidad, la vuelta de empresas a la normalidad al final de la fase de confinamiento o los primeros indicios de recuperación económica. En cuanto las expectativas de beneficios empresariales empiecen a destacar otra vez, podremos volver a la normalidad. Pero hasta entonces, hay que ser precavidos.