Una hipoteca jumbo es un tipo de préstamo donde la cantidad prestada es más alta que los límites de préstamo conforming que ha establecido la Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda (FHFA). Normalmente se establece por encima de los 726.000 dólares, aunque pueden llegar a un millón de dólares.
Este tipo de prácticas está en el origen mismo de First Republic, que se hizo famoso por otorgar hipotecas a tasas bajísimas a prestatarios con altos ingresos y puntajes crediticios excepcionales.
Según publica la agencia Bloomberg, la demanda de estos préstamos aumentó durante la pandemia cuando los compradores adinerados buscaron acuerdos hipotecarios que les permitieran mantener la mayor parte de su dinero en inversiones de mayor rendimiento. La fiebre ayudó a First Republic a duplicar sus activos en cuatro años. Y ahora ha contribuido a su colapso.
A principios de semana, JPMorgan Chase acordó adquirir First Republic de manos de la Federal Deposit Insurance (FDIC). Solo unas semanas antes, los bancos más grandes de Wall Street habían intervenido para apuntalar al banco con su propio efectivo, pero los esfuerzos fueron insuficientes.
El pasado 24 de abril el banco confirmó los peores temores del mercado. Los depósitos se habían desplomado en 70.000 millones de dólares, casi la mitad del total del banco, en cuestión de semanas. El precio de sus acciones, que ya había bajado un 87% este año, entró en otra caída libre. La absorción de First Republic marca la segunda quiebra bancaria más grande en la historia de los EEUU y la tercera este año, tras las caídas de Silicon Valley Bank y Signature Bank en marzo.
En el centro del balance de First Republic había un problema de 137.000 millones de dólares que lo convirtió en una venta particularmente difícil: un libro gigante de esas hipotecas jumbo de bajo interés, mezcladas con algunas otras, cuyo valor se había visto gravemente afectado desde que la Reserva Federal comenzó a subir las tasas de interés. A principios de año, el banco había valorado que sus hipotecas valdrían alrededor de 19.000 millones menos que el valor nominal si se vendieran. También tenía otros 8.000 millones más o menos en rebajas en otros préstamos, así como pérdidas no realizadas en bonos.
En otras palabras, esos 27.000 millones en pérdidas no realizadas eliminaban por completo los 13.000 millones en capital común tangible de la empresa.