• Establecer las mismas reglas del juego para todos los servicios digitales.
• Analizar la estructura de mercado acorde a la inversión y crecimiento, es decir, debe ser repensado para la era digital (teniendo en cuenta los márgenes, las inversiones y los precios por unidad en vez de por paquetes). Esto implica que la regulación debe evolucionar de una estructura basada en precios a otra más equilibrada, que tenga en cuenta parámetros como la inversión, innovación, eficiencia, calidad, entre otros, así como el impacto en el mercado de nuevos competidores OTT.
• Adaptar la regulación del mercado mayorista para favorecer las inversiones en redes de acceso de nueva generación (NGAN). La regulación a posteriori debe ser la norma y la regulación previa, la excepción.
• Modernizar las políticas de espectro, más predecibles y a precios y condiciones razonables.
Posibilitar servicios especializados con las necesidades de calidad de red garantizadas, permitiendo distintos modelos de negocio y garantizando la consistencia en términos de regulación entre mercados.
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