La pausa arancelaria por parte de Donald Trump ha derivado en alzas en bolsa. Sin embargo, el entorno sigue siendo incierto. Aunque se han reducido algunos aranceles, el nivel arancelario medio sigue siendo el más alto en 100 años, lo que limita las decisiones de inversión de muchas empresas en EEUU. Esta incertidumbre generalizada podría llevar a una parálisis de la actividad económica. Los datos blandos (soft data) de las encuestas anticipan un deterioro que, aunque algo menor de lo previsto hace unos días, podría traducirse en aumento del desempleo, desaceleración económica y repunte de la inflación. Esto complica la actuación de la Reserva Federal, atrapada entre el riesgo de estanflación y la presión del mercado, que ya había descontado hasta tres bajadas de tipos para 2025.
En este contexto, podríamos entrar en una fase de menor volatilidad, pero con más visibilidad sobre el impacto económico real. Es probable que veamos cierta corrección en los mercados a corto plazo, lo que podría ser una oportunidad táctica. A largo plazo, sin embargo, los inversores estratégicos deberían mantener su enfoque positivo, ya que a partir del segundo semestre podrían llegar medidas favorables como desregulación y recortes fiscales, lo que beneficiaría a los mercados.
Dicho esto, lo que está claro es hay dos activos que creo que, bajo cualquier escenario de los que nos planteemos ahora, van a funcionar bien: el Oro y el Bitcoin. Ambos activos ofrecen diversificación y pueden aportar rentabilidad positiva, además de descorrelacionar con la renta variable y fija. Su peso en cartera dependerá del perfil de riesgo de cada inversor, pero deberían estar presentes.
El oro ha vuelto a actuar como refugio en momentos de tensión: la demanda de los bancos centrales, la inflación persistente, la caída en la rentabilidad de los bonos y la debilidad del dólar lo favorecen. Además, la tendencia hacia la desdolarización por parte de países como China -que están vendiendo bonos estadounidenses y podrían no refinanciarlos- refuerza su papel como reserva de valor.
El bitcoin, por su parte, ha mostrado una notable resiliencia: ha caído menos que el mercado tradicional y con menor volatilidad. En un contexto de aumento de deuda, devaluación de monedas fiat y pérdida de hegemonía del dólar, cobra sentido su narrativa como activo descentralizado y ajeno al control de gobiernos y bancos centrales.
Adicionalmente, sectores defensivos como utilities y defensa en Europa pueden comportarse bien a corto plazo gracias a su perfil estable. A nivel estratégico, seguimos viendo atractivo en Estados Unidos, e incluso China podría convertirse en una oportunidad si llegan nuevos estímulos monetarios y fiscales tras las caídas recientes.