La decisión está siempre orientada por un traumatólogo, en colaboración con un geriatra, según subraya la doctora Nieves Fernández Letamendi, geriatra del Hospital Quirónsalud Zaragoza. En el caso de la coxartrosis (artrosis de cadera), sostiene que la cirugía se plantea en pacientes sin fragilidad o con fragilidad aceptable cuando la artrosis está avanzada y han fracasado los tratamientos médicos para el control del dolor, provocando una limitación funcional en las actividades de vida diaria.
CONSEJOS ANTES DE LA CIRUGÍA
La especialista recalca la importancia de conocer, prever, detectar y tratar el síndrome confusional que puede aparecer en los pacientes con deterioro cognitivo durante un ingreso, aunque este deterioro no esté diagnosticado previamente. Por ello nos recuerda que no hay que normalizar las pérdidas de memoria a ninguna edad y es conveniente ser valorado previamente por el geriatra antes de someterse a estas cirugías programadas si se detectan fallos de memoria o cambios de carácter.
Antes de la operación, el paciente será valorado preanestésicamente: “Se recomienda que acuda a todas las consultas con la medicación que toma actualizada y anotada, así como las alergias que se padecen y las intervenciones previas o enfermedades importantes. Es esencial que refiera si está tomando medicaciones antiagregantes o anticoagulantes, ya que habrá que suspenderlas, incluso días antes, y en el caso de anemias previas es conveniente tratarlas”, explica la Dra. Fernández Letamendi.
Asimismo, esta geriatra del hospital Quirónsalud Zaragoza aconseja encarecidamente dejar de fumar y, siempre que sea posible, bajar de peso en caso de sobrepeso. “Hay que guardar unas 6 horas de ayuno previas a la cirugía, incluido el agua. Se realizará previamente una extracción de sangre que permitirá analizar el grupo sanguíneo por si precisa alguna trasfusión durante la intervención o en el postoperatorio inmediato. Y si se detectan patologías nuevas, especialmente a nivel cardiorrespiratorio, se decidirá si es necesario ser valorado previamente por el especialista correspondiente”, agrega.
En los días previos ve importante que el ritmo deposicional del paciente esté regulado, ya que es muy probable que debido a la inmovilidad pueda tener más dificultades para evacuar y ser necesario utilizar laxantes o microenemas.
Antes de ingresar, la doctora Fernández remarca que hay que tener pensado quién va a ayudar en el momento del alta porque, según argumenta, cuanto mayor sea el paciente, pero, sobre todo, cuanta más comorbilidad tenga (más enfermedades previas), más le costará recuperarse y más ayuda necesitará.
“Aunque la cirugía sea un éxito, la anemización que provoca, las molestias, si hemos sufrido síndrome confusional, la inmovilidad, etc., hacen que al menos pase un periodo de 3-4 semanas antes de empezar a ser más autónomo en el domicilio. Por eso la recomendación es que estén permanentemente acompañados para ayuda y supervisión de actividades básicas de la vida diaria hasta la completa recuperación. Algunas personas acuerdan con su familia una estancia temporal de 1-2 meses en un centro residencial para poder descargar estos cuidados”, añade esta especialista.
INGRESO EN EL HOSPITAL
Una vez iniciado el proceso, en el ingreso el paciente será atendido por el personal de enfermería, quien elaborará su historia completa y preguntará de nuevo por la medicación que toma en casa: “No se deberá tomar ninguna medicación por su cuenta; solo la que le confirmen que tiene que tomar, que de manera general se le prescribirá y administrará durante el ingreso por parte de la farmacia hospitalaria”.
Normalmente, subraya la especialista, la anestesia va a ser epidural, es decir, ‘de cintura para abajo’, y con sedación durante la intervención. “Una vez finalizada la intervención, se le pasará a la sala de reanimación y, tras ser valorada la estabilidad y una adecuada recuperación de la anestesia, se le llevará de nuevo a la habitación, vigilando durante las horas posteriores, entre otras cosas, que no haga retención de orina, más frecuente en pacientes con prostatismos o incontinencias previas”, sostiene la geriatra.
Tras la intervención se le realizará una analítica para controlar la anemia postoperatoria y valorar el soporte necesario y una radiografía. “Tras ella y tras la exploración, el traumatólogo nos autorizará para poder apoyar el pie en el suelo y empezar a caminar. Es muy importante no realizarlo sin esta autorización, porque puede condicionar el fracaso de la cirugía. Para deambular precisará ayuda de muletas o andador (habitualmente en mayores, más recomendado), que tendrá que traerse al hospital para poder iniciar allí la deambulación previa al alta. Si no queremos comprarlo, una opción puede ser alquilarlo”, sugiere esta experta.
YA EN CASA
Además, considera que el calzado en estos casos deberá ser cómodo, no destalonado, con sujeción en el empeine y con suela de goma antideslizante. “Una vez autorizada la carga sobre la extremidad y la deambulación se recomienda caminar a ratos recorridos cortos, no permaneciendo sentado maÌs de 30-45 minutos durante el día y al ponernos de pie alinear la pierna con el cuerpo (nunca meter el pie hacia dentro)”, indica.
Para usar el baño, la doctora Fernández Letamendi también cree recomendable el uso de alzadores y de asideros, al tiempo que recuerda la importancia de sentarse siempre en una silla alta y de dormir, a ser posible, en cama alta y boca arriba. “En casa, no nos olvidemos de quitar del suelo todo aquello que pueda suponer un obstáculo, como por ejemplo alfombras o cables, y tener cuidado con los suelos mojados”, precisa.
En algunos casos, el traumatólogo recomienda vendajes semicompresivos o tubulares desde la raíz de los dedos de pie al muslo, ya que esto ayuda a disminuir la inflamación y a mejorar el retorno venoso. Es muy importante no olvidarse de que deberá pincharse la dosis de heparina subcutánea prescrita hasta que la suspendan (habitualmente, al menos 4 semanas).
“Nos indicarán al alta en cuantos días se tienen que retirar las grapas. Se puede duchar a diario, pero secando posteriormente bien la herida, preferiblemente con un secador con aire frío. Es muy importante que no quede húmeda. Se aplicará un antiséptico (clorhexidina o povidona yodada) y se recomienda poner un apósito que tape la cicatriz mientras se lleven las grapas”, resalta esta geriatra de Quirósalud Zaragoza.
En última instancia, destaca que el paciente recién operado debe acudir a su hospital o al médico si registra en los días posteriores a la intervención aumento de la temperatura corporal, especialmente si es igual o superior a 38ºC, dolor que no remite con el tratamiento meÌdico o si hay enrojecimiento, calor, hinchazón o manchado del apósito de líquido, sangre o pus.