En algunas ocasiones, dichas decisiones pueden tener sentido, pero hay que tener en cuenta que la volatilidad es solo uno de los numerosos riesgos que existen al invertir y, muchas veces, al intentar reducir uno se aumenta otro y viceversa. Así, el hecho de reducir el riesgo de volatilidad a corto plazo puede aumentar su exposición a otros riesgos que acarrean consecuencias más graves. 

Creemos que la actual incertidumbre económica y las preocupaciones que aumentan los niveles de volatilidad en el mercado son una buena oportunidad para reevaluar los riesgos y el significado que realmente tienen para usted y su cartera, tanto a corto como a largo plazo. A nuestro juicio, los inversores tienden a centrarse en el corto plazo y especialmente en la volatilidad. No obstante, si varía su perspectiva y enfoca su inversión a largo plazo, normalmente los riesgos se perciben de otra manera. Por ejemplo, un gran problema a largo plazo es que su cartera no consiga el crecimiento necesario para alcanzar sus objetivos. Esto suele ocurrir cuando los inversores no cuentan con la asignación de activos adecuada o con una estrategia de inversión alineada con dichos objetivos. En otros casos, no se tiene en cuenta el efecto de la inflación o un horizonte de inversión prolongado. 

Los inversores suelen percibir la volatilidad a corto plazo como su mayor riesgo

La volatilidad refleja la variación de la rentabilidad de un valor a lo largo del tiempo. Un título con una volatilidad muy baja mostrará unas tasas de rentabilidad relativamente estables; en cambio, otros instrumentos más volátiles mostrarán una mayor dispersión de sus resultados, medido según su desviación estándar con respecto a su media. En otras palabras, los títulos más volátiles suelen mostrar una mayor variabilidad en su cotización. No obstante, el concepto de riesgo es más amplio e incluye todo tipo de incertidumbres.

Los inversores tienden a prestar más atención a los riesgos que se perciben como inmediatos. Cuando los inversores hablan de riesgo, se refieren a la volatilidad a corto plazo (es decir, la depreciación de las cotizaciones durante unos días o semanas). No es agradable observar que las inversiones pierden valor, pero si no necesita retirar efectivo de estas inversiones a corto plazo, la volatilidad a corto plazo no debería ser un gran riesgo para sus objetivos a largo plazo. 

Por ejemplo, si su horizonte de inversión es a 10, 20 o 30 años, los altibajos de la bolsa de unos pocos días, semanas o incluso meses no deberían preocuparle demasiado. Sin embargo, la psicología humana dificulta nuestra capacidad de tolerar las caídas a corto plazo. El sesgo de aversión a las pérdidas (uno de los fundamentos de la economía conductual identificado por Amos Tversky y Daniel Kahneman) señala que "cuando se comparan de forma directa las ganancias y las pérdidas, estas se perciben como mayores que las primeras"1. Esto significa que solemos sentir una pérdida como más dolorosa en comparación con el placer que nos provoca una ganancia del mismo tamaño o incluso de mayor magnitud. En consecuencia, los inversores se esfuerzan por evitar pérdidas, incluso si ello conlleva sacrificar ganancias futuras. 

No obstante, los riesgos relacionados con la inversión son distintos a largo plazo. Si bien los inversores suelen estar más preocupados por las caídas a corto plazo, uno de los mayores riesgos a largo plazo es que el crecimiento de su cartera de inversión se quede corto con respecto a lo que necesita para alcanzar sus objetivos. En este contexto, modificar su cartera para reducir la volatilidad y ajustar su asignación de activos saliéndose del mercado demasiado pronto o tratando de entrar y salir según los movimientos que se produzcan en el mismo acarrea un gran riesgo a largo plazo. 

Alejarse de su asignación de activos óptima es peligroso

Los inversores que necesitan crecimiento en sus carteras y que disponen de largos horizontes temporales de inversión típicamente invierten en renta variable por su historial de fuerte crecimiento a largo plazo. Si usted ha determinado que necesita asignar una parte significativa de su cartera a renta variable para conseguir sus objetivos, puede ser peligroso sobrerreaccionar a la volatilidad que se produce a corto plazo y alejarse de su asignación de activos que definió cuando realizó la inversión. Pero, ¿por qué sucede? La rentabilidad anualizada a largo plazo de la renta variable es de un 9 %, mientras que la renta fija ha ofrecido un 7,2%2. Esta diferencia puede parecer insignificante y aceptable a cambio de sufrir menos volatilidad en su cartera. Pero piense que una cartera con un valor de 500 000 EUR invertida durante 20 años y con un crecimiento anual del 8 % tendría un valor final de 2 330 479 EUR, mientras que una cartera de igual valor pero que registra un 6 % anual durante 20 años tendría un valor final de 1 603 568 EUR. Una diferencia de un 2 % durante 20 años puede suponer un cambio muy significativo en el valor final de una cartera. Esta es la razón por la que las decisiones de asignación de activos y la disciplina necesaria para mantener una determinada estrategia de inversión son tan relevantes. 

Asimismo, si se desvía de su asignación de activos porque vende parcial o completamente la parte de renta variable de su cartera, tendrá que hacer frente a otra decisión arriesgada: ¿cuándo es el momento de volver a invertir en renta variable?, ¿en un mes?, ¿cuando el mercado se calme?, ¿cuando todo se perciba de nuevo como seguro? Desafortunadamente, las fluctuaciones a largo plazo son casi imposibles de predecir y cualquier intento de entrar y salir según el desempeño del mercado es más arriesgado que una estrategia de comprar y mantener. Las rentabilidades registradas a corto plazo no siguen una línea recta y es habitual que la renta variable se aprecie significativamente en pocas sesiones. El hecho de perderse un puñado de estos grandes días al alza puede salirle caro a su cartera. Es por esto por lo que, en nuestra opinión, generalmente suele tener más sentido mantener su inversión en renta variable. 

Por último, es importante recordar que una corrección —una caída repentina y rápida de entre el 10 % y el 20 %— normalmente le subsigue una recuperación de igual ritmo y envergadura. Para que pudiera beneficiarse de vender sus acciones en medio de una corrección de mercado, su precisión tendría que ser impecable: tendría que vender parte o todas sus acciones lo suficientemente pronto para poder evitar un declive sustancial del valor de su cartera. Asimismo, necesitaría volver a comprar dichos valores en el momento idóneo para no perderse el subsiguiente rebote. La cuestión es que no conocemos a ningún inversor que pueda hacerlo de forma sistemática a lo largo del tiempo. Si usted vende y recompra sus acciones con demasiado retraso, acabará sufriendo la mayor parte de la caída y perdiéndose una parte importante de la recuperación. Por ello, creemos que, si trata de invertir según los movimientos del mercado con el objeto de evitar las caídas a corto plazo, correrá el riesgo de mermar significativamente el valor de su cartera. 

La volatilidad a corto plazo es un riesgo, pero es posible que no sea el más importante en función de su horizonte temporal de inversión. Sencillamente, para la mayoría de inversores, el mayor riesgo es quedarse corto en alcanzar el crecimiento necesario para que se materialicen sus objetivos a largo plazo. Es más, centrarse solamente en los riesgos a corto plazo puede significar que se estén ignorando o incrementando los riesgos a largo plazo. Aunque puede ser tentador en ocasiones, desviarse de su asignación óptima de activos a largo plazo solo por tratar de reducir la volatilidad a corto plazo puede reducir las posibilidades de alcanzar el crecimiento necesario para lograr sus objetivos de largo plazo. A nuestro juicio, los inversores a largo plazo deben invertir teniendo en cuenta un largo horizonte temporal de inversión y centrarse en los riesgos que amenazan sus objetivos en vez de en las preocupaciones a corto plazo relacionadas con la volatilidad. 

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 Daniel Kahneman. Thinking, Fast and Slow, (New York: Farrar, Straus and Giroux, 2011), 282.
 FactSet y Global Financial Data, a 26/3/2019. Índice MSCI World en rentabilidades totales, del 1/1/1970 al 31/12/2018. Rentabilidad total del bono soberano español a 10 años del 1/12/1930 al 31/12/2018. Todos los datos se expresan en euros. Los resultados comparativos podrían ser diferentes si se utilizaran los mismos períodos. Dichos períodos pueden variar debido a la disponibilidad de datos fiables. 
 


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