El director de inversiones de BlackRock, Russ Koesterich, decía en su última nota a los inversores que “la evidencia de falta de crecimiento global ha hecho que los inversores de renta variable comiencen a mirar de nuevo a los Bancos Centrales en busca de una política monetaria aún más acomodaticia que ayude a impulsar las bolsas”. Tan claro como el agua, el gestor recordaba que las bolsas habían sufrido el peor trimestre desde 2011 y que las pérdidas causadas por el susto asiático habían ascendido a unos 10 billones (trillones americanos) en la capitalización de las bolsas globales.
Fuente: Renta 4
No importa que Yellen o el resto de gobernadores centrales se afanen en recordar a los inversores que entre sus mandatos no se encuentra la estabilidad financiera porque, de hecho, actúan para evitar shocks.
Natalia Aguirre, de Renta 4 decía que la decisión de la FED, además, supone una “mayor presión para mantener o incrementar las políticas monetarias expansivas de otros bancos centrales. Incluso el Banco de Inglaterra podría posponer su primera subida de tipos a 2017. El BCE podría duplicar el QE y el Banco de Japón ampliar el QE3. Otros bancos centrales continúan recortando tipos de intervención (India, Noruega…)”. Es decir, parece que los inversores están descontando una patada hacia delante para intentar aclarar las dudas de crecimiento y eso que el propio FMI lo tiene muy claro.
El director del departamento de estudios de la institución, Maurice Obstfeld explica que “seis años después de que la economía mundial emergiera de la recesión más amplia y profunda desde la posguerra, la tan ansiada vuelta a una expansión robusta y sincronizada sigue siendo incierta”.
Es más, en su último informe de previsiones el FMI ha corregido a la baja las tasas de crecimiento a corto plazo de manera marginal, pero para casi todos los países. Es más, explicaban que “los riesgos a la baja para la economía mundial ahora parecen más pronunciados que hace tan solo unos meses”.
En concreto explicaba que el PIB real mundial creció a un ritmo de 3,4% el año pasado, y se pronostica que crecerá a apenas 3,1% este año. Para el próximo año se prevé que repunte a 3,6%.
Lo que es cierto es que a estas alturas hay una gran cantidad de firmas que comienzan a prever que la subida de tipos se producirá ya en 2016. Entre ellas está, por ejemplo, Goldman Sachs.
Para Natalia Aguirre esto “supone únicamente retrasar una subida inevitable en unos. En cualquier caso, lo más relevante es que el proceso de subidas en Estados Unidos, cuando se inicie, será gradual y el nivel de llegada muy inferior al de anteriores ciclos de tensionamiento monetario (3,5% vs 5%- 6%).”
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