Si se mantiene el estatus quo actual podemos estimar que el coste de emisión de nueva deuda en 2013 se situará próximo al 4,7%, ligeramente por encima del coste medio de financiación de la deuda en circulación (4,13%), pero muy superior al tipo de interés medio de la deuda que vence en 2013 y que hay que refinanciar, que se sitúa en el 3,80%. Un reto difícil de lograr en solitario si se cumpliera el objetivo de déficit en 2012, pero posible con el respaldo del BCE; imposible si se incumple el objetivo de déficit en 2012, que hará imprescindible el apoyo del BCE. Y
No podemos olvidar, y es necesario recordarlo, que si los mercados financieros están relativamente calmados es gracias al BCE y al llamado plan Draghi, entre cuyos efectos perniciosos se encuentra el efecto placebo sobre unos líderes políticos que han vuelto a caer en la autocomplacencia una vez que la presión del mercado ha disminuido. En la cumbre de la UE del 18 de octubre se quedaron en las declaraciones de buenas intenciones, sin ninguna medida concreta, mientras que la semana pasada, el Eurogrupo no ha podido ponerse de acuerdo sobre el supervisor bancario. Sería esperanzador si en esta próxima cumbre se abordara alguna de las otras reformas institucionales pendientes (presupuesto autónomo para la UE, nuevos parámetros para las relaciones entre Estados y la Comisión, convergencia fiscal...), que parecen ahora tan lejanas.