Hoy miércoles 20 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), una iniciativa promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este día tiene como objetivo sensibilizar a la población sobre una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo y mejorar la atención hacia quienes la padecen.

La EPOC, una enfermedad pulmonar progresiva y crónica, se ha consolidado como un importante desafío de salud pública. Según proyecciones de la OMS, para el año 2030 será la tercera causa de mortalidad global. Entre los principales factores de riesgo destacan el tabaquismo, la contaminación, la exposición a partículas de polvo y productos químicos, y trastornos en el desarrollo pulmonar en la infancia.

En nuestro país, alrededor del 11% de las personas entre 40 y 80 años conviven con esta enfermedad, siendo más frecuente en hombres (14,6%) que en mujeres (9,4%). La prevalencia aumenta significativamente con la edad, y lo más preocupante es que cerca del 75% de los casos permanecen sin diagnosticar, lo que limita el acceso a tratamientos que podrían mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes.

Las expectativas es que la prevalencia de la EPOC se incrementará en el futuro debido en parte al progresivo envejecimiento de la población y la exposición continua a sus factores de riesgo más frecuentes.

El Dr. José María Echave-Sustaeta, jefe de la Unidad de Neumología del Hospital Universitario La Luz y del Centro médico-quirúrgica Olympia Quirónsalud, advierte que cualquier fumador o exfumador debe estar alerta ante síntomas como tos crónica, producción frecuente de flema, dificultad para respirar o infecciones respiratorias frecuentes. Pero desafortunadamente se puede tener una EPOC incluso en ausencia de síntomas significativos, por lo que es muy importante estar muy alerta. Un diagnóstico oportuno mediante una espirometría, una prueba simple y accesible, es clave para retrasar la progresión de la enfermedad. 

Aunque la EPOC no tiene cura, “su detección temprana y el manejo adecuado pueden cambiar el curso de la enfermedad. Dejar de fumar, adoptar un estilo de vida activo, mantener un peso saludable y controlar la exposición a factores de riesgo como la contaminación o infecciones respiratorias en la infancia son medidas fundamentales para prevenirla”, explica el doctor. 

En cuanto al tratamiento, los broncodilatadores de larga duración inhalados, combinados con corticoides en ciertos casos, son la base farmacológica que ayuda a mejorar los síntomas respiratorios, reducir las crisis y hospitalizaciones, y prolongar la supervivencia de los pacientes. Según el doctor Echave-Sustaeta, "es crucial iniciar el tratamiento en etapas tempranas de la enfermedad, antes de que limite la vida diaria de los pacientes".