En opinión de Blanchard, la Crisis ha puesto en cuestión dogmas y ha obligado a valorar la política económica/financiera de una forma más flexible.
¿Se animan a concretar lo anterior?
• La preponderancia de la política fiscal sobre la monetaria
• El propio margen de maniobra de la política monetaria, con la introducción de las medidas no tradicionales
• El tamaño de los multiplicadores fiscales
• El debate sobre la medidas macro/microprudenciales
• La bondad o no de las restricciones a los movimientos de capital
• Reformas estructurales, su importancia
• El propio margen de maniobra de la política monetaria, con la introducción de las medidas no tradicionales
• El tamaño de los multiplicadores fiscales
• El debate sobre la medidas macro/microprudenciales
• La bondad o no de las restricciones a los movimientos de capital
• Reformas estructurales, su importancia
¿Les faltan algunas cuestiones? Me lo imagino: regulación y supervisión, de la banca. De los mercados. La importancia de la deuda (de su tamaño). Y naturalmente, la posibilidad de reestructurar la deuda a través de quitas. Y entre los países desarrollados. Sí, muchas cuestiones, enseñanzas para algunos, desconfianza para el resto, que hemos ido desarrollando durante esta Crisis inacabada. Y que Blanchard ha vivido (o sufrido) de primera mano.
“For the past seven years I’ve been answering a thousand questions, but not in a very deep way. I want to take ten of these thousand questions and answer them more deeply.” Blanchard.
La realidad es que, casi siete años más tarde, aún no hemos tenido mucho tiempo de pensar en lo que hay detrás de la Crisis. Y de las incertidumbres que se plantean para el futuro, algunas de ellas generadas precisamente tras tomar decisiones excepcionales en situaciones que ya lo eran. Pero decisiones que en muchos casos se mantienen.
¿El futuro? Hay muchas razones para temer que el escenario macro a futuro estará dominado por baja productividad, débil demanda y tipos de interés bajos. Pero, también, desigualdad y elevado desempleo. Esto obliga a ser realista, sin buscar soluciones mágicas inexistentes. En términos de políticas, medidas estructurales que sean factibles políticamente y realmente puedan aprobarse. Esta ha sido la posición de Blanchard hasta el momento, dominada por un pragmatismo derivado de siete años de adaptarse a la realidad cada vez más compleja.