La última vez que los bonos marcaban Tires tan bajas como las actuales, fue con posterioridad al Brexit, junio 2016. Entonces los bonos franceses a 10 años, que 12 meses antes habían llegado a pagar el 1,4%, en ese momento pagaban poco más del 0,10%.
En aquel momento las bolsas habían recortado con dureza ya que a la ralentización económica que se temía (con China en el foco), se sumaba la incertidumbre del Brexit.
Ahora bolsas y bonos están en máximos a la vez. Tras los desplomes de las bolsas de final del año pasado, el enfado de Trump por los altos tipos en su país y la evidencia de que la economía mundial se desacelera, los Bancos Centrales unieron discurso y acción, haciendo creer a los mercados que eran capaces de sujetarlos eternamente.
El resultado han sido casi nueve meses de subidas espectaculares en los bonos, de todos los gobiernos que arrastraron a los corporativos de calidad, a los de empresas de baja calidad, al papel emergente, al subordinado, a los CDS´s de empresas y países y finalmente, a las bolsas de valores, colocando los índices más demandados de nuevo, en máximos históricos.
La acción de los Bancos Centrales, como de costumbre, trata de dar tiempo a la implementación de políticas fiscales para relanzar el crecimiento y de trasmitir el sosiego suficiente para que los agentes económicos actúen con normalidad y los inversores inviertan, los empresarios emprendan y los consumidores, gasten.
La actuación de los Bancos Centrales ha sido muy contundente y suponemos que el ritmo de desaceleración de las economías tiene mucho que ver con ello.
Resulta de difícil justificación unas economías a la baja y mercados de valores en máximos históricos y con múltiplos muy elevados. También es difícil de explicar que el crecimiento económico se esté desacelerando y que los papeles de gobiernos y empresas, algunos no tan solventes y saneados, puedan financiarse a tipos ultra bajos.
El sell off (o 'vender por si acaso') en bonos y acciones está a la vuelta de la esquina.
Ahora tenemos que buscar la excusa.