Hay que tener en cuenta que Asia está saliendo de la crisis Covid-19 más fuerte y con mayor influencia, gracias a una seguridad y resiliencia de lo mejor del mundo. Además, las políticas económicas anticrisis en estos países han sido prudentes. China, segunda mayor economía del mundo no ha tenido que recurrir a excesivo estímulo fiscal o monetario y no ha experimentado la acumulación de endeudamiento a la escala de las economías desarrolladas. Entró en la crisis con deuda pública por debajo de 50%/PIB y puede aumentar hasta 67,7% en 2022, pero en economías del G5 puede superar 150% el año que viene. El panorama es similar en el resto de Asia emergente.
En concreto, esperamos que el PIB en Asia, tras contracción de 0,2% en 2021 frente a 5,2% de los países desarrollados, repunte 8,9% en 2021 frente a 4,9% de las economías desarrolladas. Para China esperamos crecimiento del 9,5% en 2021 y en India, que sufrió fuerte contracción en 2020, 13,1%.
De hecho esperamos que las acciones asiáticas emergentes ganen casi 12% anualmente el próximo lustro -casi doble que en mercados desarrollados-. La deuda en moneda local de Asia también debe comportarse bien, en particular la China, frente a posibles pérdidas de capital ajustadas a inflación en bonos de mercados desarrollados.
Hay que tener en cuenta que la resiliencia económica de Asia debe mucho a las reformas estructurales de los últimos 20 años, proceso que esperamos aumente de ritmo la próxima década. Efectivamente, las naciones asiáticas han fortalecido los cimientos de su prosperidad a largo plazo desde la crisis monetaria de finales de la década de 1990, mediante reformas institucional, regulatoria y de mercado de capitales, impulsando su competitividad internacional. Además el nivel de vida de Asia mejora rápidamente y su población se vuelve más urbana y próspera. A finales de la próxima década representará dos tercios de la clase media del planeta.
Una integración regional más profunda es otro eje de su renacimiento post pandémico. El Acuerdo Regional de Asociación Económica Global abarca bienes, servicios e inversiones de 15 países, 30% de la población mundial y debe impulsar el crecimiento a largo plazo mediante reducción de barreras comerciales y aumento de inversión extranjera directa. De hecho en 2020 China superó a EEUU como mayor receptor de inversión extranjera del mundo.
Los países del sudeste asiático, como Vietnam, menos desarrollados que los del norte de la región, también deben beneficiarse del nuevo pacto, construyendo una base manufacturera para atender la demanda de importadores deseosos de diversificarse de China. Es una de las naciones asiáticas más dinámicas, con estabilidad política y un mercado global profundamente integrado de abundante mano de obra y una joven población de cien millones de personas. Su gestión de la pandemia ha añadido a credenciales y por conectividad geoestratégica con China y resto de Asia, puede atraer mayor proporción de inversión directa extranjera los próximos años.
Pero Asia emergente, a pesar de que representa 24 % de la economía mundial y de los beneficios empresariales globales, pesa 10 % en el índice del mercado de renta variable global, 3 % en el caso de sus bonos.
Ahora bien, a medida que los mercados de capitales de la región ganan profundidad y se abren a inversores extranjeros, aumentará su peso. Especialmente China, con su población envejeciendo rápidamente y aumento de necesidades de inversión, tiene incentivos para integrarse más plenamente en el sistema financiero mundial y atraer capital extranjero. Así que precisa seguir con las reformas. De momento Pekín ha relajado las reglas para facilitar que los inversores extranjeros compren bonos chinos; creado una bolsa estilo Nasdaq e introducido iniciativas para atraer financiación a sus florecientes sectores de tecnología e inteligencia artificial. Además ha detallado medidas para conceder más autonomía a Shenzhen, permitiendo a este centro financiero y tecnológico reformas piloto para la integración económica. Shenzhen lanzará futuros sobre índices bursátiles y emitirá bonos gubernamentales en yuanes offshore. Incluso algunas compañías podrán emitir acciones. No es de extrañar que los proveedores globales hayan comenzado a incorporar más activos chinos en sus índices de bonos y acciones. El resultado puede ser entradas combinadas de flujos inversores de más de 300.000 millones de dólares los próximos años.