Los últimos años no han sido los mejores para las economías de Latinoamérica, pero lo cierto es que los expertos creen que la región seguirá creciendo por aspectos como el crecimiento de las clases medias. ¿Creen ustedes que hay oportunidades de inversión para los inversores en las compañías de estos países?

Sin duda. Es verdad que las expectativas de crecimiento eran más altas que las que estamos viendo en la realidad, pero siguen siendo tasas muy altas. Mucho más atractivas de las que tenemos en Europa, por ejemplo. Países como Colombia o Perú están creciendo al 5% o al 6%, que ya nos gustaría a nosotros estar en esa situación. Junto a eso, efectivamente, hay una clase media emergente que va a demandar servicios y nuevos bienes de consumo. Por otra parte, hay sectores industriales menos desarrollados que todavía presentan buenas oportunidades para la inversión como por ejemplo el sector hospitalario o el de infraestructuras.


Hay muchos inversores que aún temen invertir en estos países por algunos episodios de nacionalizaciones como las ocurridas en Venezuela, Ecuador o Argentina que hacen temer por la posible inseguridad jurídica en la zona. ¿Qué les dicen ustedes, como banco de inversión?

Que tienen razón. Hay que discriminar a estos países que tienen un nivel de seguridad jurídica muy alto y otros que están justo en el lado opuesto. Claramente en Latinoamérica podemos diferenciar dos grupos: los que has mencionado (Venezuela, Ecuador o Argentina), en los que nosotros jamás recomendaríamos al inversor tomar posiciones; y por el contrario, países como Chile, Perú o Colombia que están en una situación muy distinta. En Chile incluso hay un ministro que se ocupa sólo de dar información jurídica a las empresas extranjeras que invierten en su país. Por tanto, creemos que hay países donde la seguridad jurídica es tan alta o incluso comparable con la que tenemos en España sin entrar en el tema de las renovables.

Algunos expertos destacan que a muchos de estos países aún les faltan poner en marcha ciertas reformas estructurales, como ha estado haciendo México. ¿Cree usted que los inversores se fijarían más en la región?

No hay duda que estas reformas estructurales son muy buenas para las economías de estos países y mejoran el entorno de inversión para los inversores que llegan desde fuera. Incluso estas reformas estructurales también general oportunidades, porque requieren inversiones y empresas que sean proveedores de ciertos servicios.

El crecimiento de la última década en países como Brasil, Chile o México ha creado auténticas multinacionales que en los últimos meses han protagonizado procesos de M&A en Europa, como América Móvil con KPN o el grupo Alfa en Campofrío. ¿Creen ustedes que podríamos ver más operaciones de ese tipo?

Probablemente. Aquí hay un factor que quizá es el hecho que en los países de origen de estas grandes corporaciones los precios y valoraciones están mucho más altas en términos relativos que los precios y valoraciones de ciertas compañías que están al otro lado del Atlántico, como en España. Por tanto, en estos momentos estas grandes corporaciones ven en España un país de oportunidad para invertir, por las condiciones de valoración. Venimos de una situación de crisis y estas empresas tienen unas valoraciones muy inferiores a las que tenían hace unos años. Así, para estas grandes corporaciones es muy importante invertir en Europa.

Los mercados en estos países son mucho más pequeños de los que corresponde a su tamaño. En el caso de México, por ejemplo, representa apenas un 50% de su PIB. ¿Podríamos ver un proceso de salidas a bolsa como el que se vivió en países europeos hace años? Es decir, salidas a bolsa de empresas nacionales…

Probablemente sí, aunque habría que diversificarlo por países. Hay países que tienen más seguridad y que han tenido más años de estabilidad. Por tanto, para estas salidas a bolsa siempre hemos considerado importante que haya flujo de inversión extranjera y estos no van a invertir en todos los países. Poco a poco han ido ampliando el abanico, pero hoy por hoy están restringidos a ciertas zonas. Son economías que están mejorando y modernizándose rápidamente y el peso del valor de las compañías con respecto al PIB debería aumentar sin duda en el medio plazo.

En Latinoamérica hay cada vez más unión entre los diferentes mercados. ¿Creen que podemos asistir a un proceso de operaciones transfronterizas dentro del propio continente?

De hecho, están pasando ya. Hay grandes corporaciones que en el fondo son jugadores regionales. Están en Chile, Perú o Colombia. Lo cierto es que hay bastantes corporaciones que han tomado decisiones para ampliar su ámbito de actuación sobre todo en estas zonas, que es dónde pueden atacar su crecimiento.

Hasta ahora los principales inversores en los países de la región han sido Estados Unidos y España. ¿Podríamos ver a China u otros países emergentes crecer también en Latinoamérica mediante compras?

Nadie duda que China esté mirando con mucho interés Latinoamérica. Lo único es que hay ciertas barreras que le cuesta superar. El idioma y la cultura hacen muy difícil que una empresa china invierta fuera de su país. Los chinos están haciendo muchas cosas, pero luego hacen relativamente pocas transacciones. En temas de materias primas, recursos energéticos etc. están muy activos, pero no siempre son capaces de cerrar esas operaciones. Nosotros hemos visto alguna operación de países como Corea del Sur que han hecho adquisiciones en España como cabeza de puente para entrar en América. En vez de hacerlo de manera directa, lo han hecho a través de compañías posicionadas en el mercado latinoamericano.

Hace unos días en el foro Latibex asistimos a varias ponencias en las que los expertos aseguraban que algunos países latinoamericanos necesitan mucha inversión, sobre todo en infraestructura y educación. ¿Qué papel pueden tener en este caso los mercados financieros?

Estos países tienen una situación que casi podemos envidiar. Tienen un déficit públicos relativamente bajos y controlados. Estas inversiones, obviamente, requieren financiación. Pero cada vez más la deuda pública de estos países se coloca en mercados internacionales. En la medida que esto sea así, tendrán capacidad para acometer este tipo de gastos e inversiones.