El Banco Central de Brasil se ha visto sorprendido por una coyuntura económica complicada. Por un lado se enfrenta a una subida de los precios que llegó a alcanzar el 6,5%. Las sucesivas intervenciones de la autoridad monetaria han provocado que en agosto el IPC haya caído hasta el 6,15%.
Desde abril, el precio del dinero se ha encarecido en 175 puntos básicos desde un mínimo del 7,25%. Además, la economía brasileña está sufriendo un proceso de ralentización que ha llevado al Banco Central a empeorar las estimaciones de crecimiento del PIB hasta el 2,5% desde un 3-4% que habían previsto inicialmente.
El Copom, además, ya ha expresado su compromiso por frenar la caída del real brasileño contra otras divisas, principalmente frente al dólar. De máximos en marzo, a los mínimos de este mes, la moneda había perdido un 20% de su valor frente a la norteamericana.