No se puede decir que el oro haya vivido un mal 2020. Ni mucho menos. Es, de hecho, uno de los activos que mejor se ha comportado, en especial durante lo peor de la pandemia, en el que volvió a comportarse, tal y como ocurriera a lo largo de la crisis financiera de 2008, como el activo refugio por excelencia. Bien es cierto que los inversores menos ávidos de riesgo se decantaron por el oro, pero también lo es que esta crisis sanitaria pero también de altísimo voltaje económico, es muy diferente a las precedentes.
Y es que los inversores desde agosto en el que el Oro marcó su máximo anual en los 2000 dólares, e incluso cuando el dólar en el que cotiza ha marcado su mayor debilidad, han visto como el valor no ha dejado de corregir para mantenerse en lateral en la última parte del pasado ejercicio, en especial tras el rally de las vacunas. De hecho los bonos, incluso con el respaldo más que férreo de los bancos centrales con rentabilidades negativas y la fulgurante estrella emergente como el bitcoin, le han ido ganando terreno al valor.
Aún así, en su gráfica de cotización del último año, vemos como el oro ha ganado nada menos que un 24% a lo largo y ancho del pasado ejercicio. Tanto es así que se ha consolidado como el mejor para la materia prima desde el vivido en 2010. Sin embargo su evolución, frente a por ejemplo la más famosa de las criptomonedas que ha ganado más de un 300% es claramente insuficiente para un año de crisis más que importante.
De hecho desde JPMorgan estiman que se prepara un escenario de cambio importante para los dos activos, con una preeminencia del bitcoin restándole mercado al oro. De momento ha comenzado el ejercicio con buen pie, superando los 1.900 dólares y resurgiendo ante las complicaciones de la pandemia
Fuente: WSJ
De cualquier forma si podría relucir, como su nombre indica en el ejercicio recién estrenado. Al menos así lo ven desde BNP Paribas. Su responsable de investigación de materias primas, Harry Tchilingurian considera que los precios del oro volverán a colocarse, en el segundo trimestre de este año por encima de los 2.010 dólares la onza, aunque será un periodo de avance breve porque sus estimaciones par 2022 es que el activo se cotice a un precio medio de 1.950 dólares la onza.
Y es que en su caso, dicen desde la entidad francesa, el gran enemigo de su revalorización es la vacuna contra el coronavirus. La inmunización global llevará a su desvalorización en el tercer trimestre, aunque augura que a corto plazo, la persistencia de la pandemia junto con la presión sobre los rendimiento de los bonos, que se mantendrán incluso en negativo por las políticas monetarias globales y las medidas de estímulo económico puede beneficiarle. Así muchos de los inversores, que estaban invertidos en oro buscarán activos de más riesgo conforme se empiece a mostrar la recuperación de la actividad.
Mientras desde UBS esperan algún movimiento alcista que coloque al oro en los 1.950 dólares en el primer trimestre del año, al calor de la presunta tercera ola de la pandemia, con la política monetaria y fiscal expansiva impulsando las expectativas de inflación y la caída real de los tipos de Estados Unidos con más virulencia. Y es que el índice del dólar ha caído a su mínimo en más de dos años y medio abaratando el oro para otros tenedores de divisas.
Según nuestros indicadores premium, el oro, marca, en modo consolidación una puntuación total, claramente a la baja de 5,5 puntos desde los 8 anteriores, por sus buenos datos a medio plazo pero negativos a largo. Con tendencia alcista a medio plazo, momento lento y rápido positivo, volumen creciente a medio plazo y también a medio plazo volatilidad decreciente. Entre lo negativo, la tendencia a largo plazo que es bajista , el volumen a largo plazo decreciente y el rango de amplitud a largo plazo creciente