El Oro se sigue mostrando sin fuerza en el mercado. Atrás, once meses atrás en concreto, quedaron los temores más que fundados de los inversores que buscaban el tradicional activo refugio para superar los peores momentos de la pandemia. Ahora, con la tercera ola, la situación es muy distinta. Los mercados siguen su curso pensando en la recuperación una vez se masifique la inmunización con las distintas vacunas que van llegando al mercado.
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Y esto no beneficia al oro que se ha quedado en zona de nadie: la incertidumbre persiste, pero la renta variable evoluciona hacia la expectativa de mayor actividad, con los cíclicos a la cabeza. Y por tanto el activo pierde interés entre los inversores con dos añadidos: el incremento que están experimentando los rendimientos de los bonos del Tesoro americano y la fortaleza de la que vuelve a hacer gala el dólar. Suben las rentabilidades de la deuda, con la que irrumpe la compra del billete verde y revierte negativamente en el oro, mientras el mercado se pregunta si ha llegado el momento de mantener la liquidez esperando acontecimientos.
En su gráfica de cotización vemos como el oro apenas se mueve en las últimas cinco sesiones, con una revalorización de tan solo un 0,53%. También repite posiciones en el mes, con caídas del 0,16%, que se tornan en pérdidas trimestrales del 3,36% y del 4% en lo que llevamos de año. Aunque todavía en tasa interanual el bagaje se mantiene en positivo con avances del 15%.
Desde aquí los analistas del mercado piensan que el mantenimiento de la cota de los 1800 dólares la onza es fundamental. Una especie de escudo protector contra los niveles de pérdidas. Y a esperar, por ejemplo, dicen desde LaSalle Futures Group, a que se lance un nuevo programa de estímulo por parte de la administración demócrata, que de demorarse, pesará sobre el oro.
En los próximos días el mercado, tras el cierre por el día de los presidentes en Wall Street de esta jornada, estará muy atento a la actas de las reuniones de los dos principales bancos centrales, tanto de la Reserva Federal como del Banco Central Europeo en sus últimas reuniones. Será fundamental, señalan los expertos, comprobar si hay algún sesgo de cambio de discusiones en el seno de las autoridades monetarias sobre el momento de la reducción gradual de los estímulos. Y en el caso concreto del BCE si hay indicios de no proporcionar apoyo a la fortaleza el euro.
En cuanto a los niveles del oro, destaca como resistencia al alza los 1.827 dólares, fácil dicen los analistas de romper y la segunda, clave en los 1.850 dólares la onza. Por abajo, el soporte de los 1.785 dólares, inmediato es el primero a tener en cuenta.
Si atendemos a sus indicadores premium, el oro apenas alcanza, en modo bajista, una puntuación total de 1,5 de los 10 posibles. Solo en positivo nos encontramos con el volumen a medio plazo y la volatilidad a largo, porque el resto de los indicadores se mueven claramente a la baja: la tendencia por ejemplo, bajista a medio y a largo plazo también, el momento total, lento y rápido que es negativo y el volumen a largo plazo que es decreciente.
En cuanto a las expectativas de futuro, parece que con un comienzo nada favorable, de hecho es la primera vez desde 2013 que el oro no se muestra en positivo en el inicio de un año, el valor trata de encarar la subida de hasta 500 dólares la onza registrada hasta máximos que superaron, en un nuevo récord, los 2.000 dólares en 2020 y ahora los precios deben adaptarse a la nueva situación de precios que se presenta, en modo consolidación.
Desde State Street Global Advisors destacan que, a pesar del momento que se presenta, los precios del oro podrían alcanzar en este ejercicio nuevos máximos históricos con estimaciones hasta los 2.300 dólares la onza, que incluso consideran una previsión corsevadora en el entorno actual.