En los últimos años, los economistas han estado "repasando" el alfabeto para describir la forma de la tan esperada recuperación. Empezando por una optimista “V”, continuando con una más pesimista “U” y acabando con una desesperante “W”. No obstante, ahora una ansiedad más profunda está empezando a acechar, según Kaushik Basu, vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial: “el miedo a una recuperación en forma de 'L'”.

Si echamos la vista atrás podemos decir que 2013 no fue tan malo para la economía: la Zona Euro salió técnicamente de la recesión, la tasa de desempleo en Estados Unidos comenzó a recuperarse y Japón empezó a moverse tras un largo letargo. Pero, si escarbamos vemos, como señala Basu, que estamos al borde del precipicio: “En el tercer trimestre de este año, el PIB se contrajo con carácter interanual no sólo en Grecia y Portugal, sino también en Italia, España, Holanda y la República Checa; y en algunos países, como Francia y Suecia, el PIB creció con tasas menores que la de aumento de la población, lo que quiere decir que los ingresos por habitante disminuyeron”.

Además, ni que decir tiene que las condiciones del mercado laboral se deterioraron a final del año, incluso en Estados Unidos, donde el desempleo de larga duración representa ya un 36%. En este sentido, mañana conoceremos el Informe de Empleo de diciembre, unas cifras que se mirarán "con lupa" para valorar la “salud” laboral de la primera economía del mundo.

Mientras, lo de Japón, dice el economista jefe del Banco Mundial, es una farsa: “la reactivación (…) se ha debido a una muy necesaria inyección de liquidez, pero la mejora no durará demasiado, a no ser que el Gobierno del primer ministro, Shinzo Abe, llegue hasta el final con su promesa de reformas estructurales más profundas”.

Así las cosas, lo cierto es que algunos expertos, como Basu, han hablado recientemente de la posibilidad de una desaceleración prolongada en los países industrializados. Aunque éstos han sido tachados de pesimistas, los planteamientos antes comentados refrendan el hecho de que el miedo a una recuperación en forma de “L” es legítimo.

En un entorno de aversión al riesgo, asegura el economista, nadie quiere lanzarse a la aventura. Esto se refleja en un estudio realizado por Leora Klapper e Inessa Love, que muestra que una consecuencia importante de la crisis financiera ha sido la renuencia de los empresarios a crear nuevas empresas. Sus autoras destacan que, después de un aumento constante de 2004 a 2007, la creación de empresas se redujo marcadamente.

Lo interesante, asegura Basu, es que, si bien esa reducción es más pronunciada en las economías avanzadas, que dependen particularmente de los mercados financieros, “se aprecia en casi todos los 95 países que las autoras estudiaron”. La razón no es difícil de entender: una recesión es una época en la que tenemos tendencia a adoptar una actitud prudente, atenernos a lo conocido y renunciar a proyectos nuevos.

Y esa misma actitud es la que hemos visto y vemos ahora en los organismos internacionales, un hecho que resulta particularmente desafortunado en el momento actual, sobre todo si tenemos en cuenta que la estructura de la economía mundial está cambiando rápidamente. Considera Basu que una señal reveladora de la excesiva cautela que exhiben los economistas y las autoridades ha sido su propensión a convertir la necesidad de documentación en una aversión a la creatividad analítica.

Propone que, “en territorios inexplorados, debemos basarnos en una combinación de intuición y teoría. Objetar nuevas políticas con el argumento de que no se basan en pruebas sólidas es quedarnos atrapados en el status quo”, asegura este experto.

Dice Basu que es ahora cuando necesitamos precisamente la clase de pensamiento analítico que espoleó los grandes avances de la economía como disciplina durante los dos últimos siglos y medio, y que propició importantes avances en materia de políticas durante la Gran Depresión.

La falta de ese pensamiento creativo, el mayor de los “males” para Kaushik Basu, es la que ha abocado a economistas y autoridades internacionales a tener en cuenta el miedo a la “L”. ¿Serán capaces de superarlo?

¿QUÉ HACEN AHORA LOS MERCADOS?

Miramos a los índices europeos. El Ibex 35 sube un 1,12%, hasta los 10.364,40 puntos, siendo el mejor selectivo del Viejo Continente. Por valores, son Grifols (+4,30%) y Acciona (+4,95%) los que más suben, mientras que las mayores pérdidas las encontramos en Ebro Foods (-1,03%) y ArcelorMittal (-0,90%).

Fuera de nuestras fronteras, los índices europeos cotizan con saldo positivo: Cac 40: +0,33% (4.274,88 puntos); Dax 30: +0,49% (9.541,02 enteros); Ftse 100: +0,31% (6.743,20 puntos); y EuroStoxx 50: +0,60% (3.129,43 enteros).

María Díaz