La transformación se acentuará en 2020, alertan por consenso los estudios sectoriales. Amparados por un negocio similar al PIB de Japón a la suma de las economías de Alemania y España. Con un peso predominante de los seguros de salud, cuyos ingresos alcanzan los 3,5 billones de dólares. Aunque se aprestan a atravesar arenas movedizas, con políticas restrictivas y expansivas sobre la universalización de los servicios sanitarios y modificaciones regulatorias.
La industria aseguradora opera bajo dos terminologías. Por un lado, la retórica de mercado que ha arraigado en EEUU, con larga tradición y que distingue entre seguros de vida o rentas vitalicias y coberturas de propiedad o de siniestros. Y la jerga sectorial que funciona fuera de la mayor economía del mundo y que diferencia, básicamente, entre pólizas de salud y el resto de servicios susceptibles de ser asegurados. Bajo estas consideraciones, el informe de la reaseguradora Swiss Re 2019, con datos del año precedente, el último divulgado por su servicio de estudios, desvela que las primas de cobertura que maneja el sector en todo el mundo, tanto las de vida (y salud) como las ajenas a este instrumento de ahorro, sobrepasaron por primera vez en toda la historia la cifra de los 5 billones de dólares. En concreto, superó los 5,2 billones, cantidad similar al valor del PIB de Japón, el tercero del mundo. O a la suma del tamaño de las economías de Alemania, la tercera de la zona del euro, y de España, la cuarta del área monetaria europea. Descontada la inflación y tras certificar un alza interanual del 1,5% respecto a 2017, tres puntos por encima de la tasa media labrada entre 2008 y 2017, del 1,2%. El estudio precisa el cuadro de mando de este inmenso sector empresarial. “Las primas de vida crecieron un 0,2%, por debajo del repunte del 0,6% en el que se instaló en el periodo 2008-17”, mientras que las coberturas ajenas al área de vida lo hicieron en un 3%, tasa sensiblemente superior al 2,2% que registraron entre 2008-17.
El negocio asegurador continúa asentado en la recuperación, con previsiones de primas globales de incremento del 3% anual en 2020 y 2021, a pesar de la ralentización económica mundial, con alzas del 1,6% en EEUU y del 0,9% en la zona del euro, afirman los expertos de Swiss Re Institute que señalan a Asia como el mercado de mayor intensidad, con aumentos próximos al 6% tanto en China como en India. En el caso del gigante asiático, “la contribución del sector asegurador al impulso del despegue de la actividad de la segunda economía global será determinante, con una aportación del 9% al ritmo de producción del PIB chino en 2020 y del 11% el próximo año”, explica Jerome Jean Haegeli, economista jefe de Swiss Re. Aun así, Haegeli deja un mensaje de preocupación: “El horizonte de la coyuntura internacional aparece más deteriorado que hace un año”, porque el conflicto comercial entre EEUU y China “ha ido más allá de lo previsto” y no hay “señales de resolución geopolítica”. Más bien al contrario, “se ha instalado en los mercados una polarización [entre las dos superpotencias] que ha generado un clima de incertidumbre para los negocios”. La guerra arancelaria -matiza- “es, sin duda el mayor riesgo sobre el crecimiento de la economía global”.
Los seguros de vida acapararán un volumen de negocio de 3,52 billones de dólares en 2022 tras experimentar un aumento del 7,9% en el primer trienio de esta década. Frente a los 2,6 billones con los que cerró el decenio recién culminado. La mitad del valor de la industria aseguradora en el planeta. El incremento de la renta disponible en mercados emergentes como China o India es uno de los factores que explican la buena salud de la formalización de estas pólizas. Según Swiss Re, las siete mayores naciones emergentes contribuirán en el próximo bienio con el 42% del dinamismo global de los seguros de salud. Y China aportará el 27% de este repunte. Pese a que, en países como India, a tenor de los datos de una macroencuenta de PHD Research Bureau, casi la mitad de su población -el 49%- no está familiarizado con los productos de salud y el 57% cree que son demasiado complicados y difíciles de comprender.
Sin embargo, la digitalización está propiciando el cambio en el subconsciente colectivo de estas naciones. Y en las potencias industrializadas. Porque el salto hacia la Inteligencia Artificial (IA) y a la automatización de los procesos tecnológicos se ha convertido en una constante en los planes de inversión de las firmas aseguradoras, herramientas con las que han intensificado sus ofertas de pólizas y su estrategia de diversificación y personalización, con objeto de adecuarlas a las demandas específicas de cada beneficiario o posible cliente. Grandes emporios como AXA o Generali han realizado y destinado ingentes recursos financieros a simplificar sus operaciones de negocio y fortalecer los lazos con sus clientes y el sector, en general, ha ido de la mano de las grandes instituciones reguladoras para preservar la protección de datos. Esencialmente, con la National Association of Insurance Commissioners (NAIC) estadounidense, pero también con la Prudential Regulatory Authority (PRA) británica y, en el mercado de la UE, siguiendo los criterios de la General Data Protection Regulation (GDPR), que determina el protocolo para la recolección y el procesamiento de información de carácter personal. La ratio de reclamaciones de clientes en el sector apenas ronda el 4%, destacan en Swiss Re, porque, entre otras razones, “las firmas exigen el plazo de 72 horas para recibir una notificación expresa” de sus posibles beneficiarios antes de que las pólizas tengan efecto.
Las aportaciones individuales o colectivas -empresariales- en el sector de los seguros ajenos a las pólizas de vida, en cambio, están sometidas a varios efectos estructurales. A pesar del mayor dinamismo reciente y de las mejores perspectivas de futuro. El diagnóstico del Swiss Re augura un descenso de los desembolsos especialmente en el segmento del motor, los seguros de coche, el negocio dominante en esta amplia tipología de pólizas. Debido, en gran medida, al ascendente boom de los sistemas de conducción autónoma, que harán descender el precio de los seguros. Las transformaciones en industrias como la de automoción son parte de esos virajes de calado que se esperan a lo largo de la década que acaba de comenzar y que exigirán una fulgurante fase de adecuación por parte de las firmas aseguradoras.
Por áreas geográficas, EEUU mantiene su hegemonía como gran mercado asegurador. Con China y Japón a su estela. Aunque aún lejos del más casi billón y medio de dólares que el sector totalizó en la mayor economía del planeta. En concreto, 1,469 billones de dólares. El negocio asegurador en el gigante asiático (575.000 millones de dólares) está todavía por debajo del 40% del que se concreta en el territorio estadounidense y menor del que se formaliza, en conjunto, en el Reino Unido, Alemania y Francia: 836.000 millones de dólares. Sin embargo, la balanza puede oscilar en sentido contrario. Porque las previsiones hablan de que la región de Asia-Pacífico acaparará el 42% de los contratos de seguros en 2029. Con China a la cabeza de este repunte. Un ascenso meteórico si se tienen en cuenta que, en 1980, la contribución china al negocio asegurador era nulo, subió hasta el 11% en 2018 y podría alcanza una cuota del 20% de las primas globales al término de la década actual. Casi tanto como las proyecciones estipuladas para el conjunto de la UE, Oriente Próximo y África. Las predicciones dicen que sobrepasará a EEUU a mediados de la próxima década. Entonces, asumirá el cetro mundial de la industria aseguradora. Los datos facilitados por Swiss Re Institute se incluyen en su informe Life Insurance Providers Global Market Report 2020 con los últimos resultados contables del sector.
Una industria en transformación en el último lustro
El negocio asegurador ha cambiado substancialmente en los últimos cinco años. En el área de la Salud el mercado se ha movido con dinamismo y ha abierto significativas oportunidades, afirma Shubham Singhal, analista de McKinsey. Pero también han surgido preocupaciones por el coste de las pólizas, nichos de incertidumbre y una mayor complejidad, que ha generado desconcierto e inquietud en la industria. La llegada de nuevos agentes al mercado, especialmente start-ups y un abanico de productos con soluciones y coberturas novedosas ha transformado el tablero de las aseguradoras. En EEUU, la demanda sigue al alza, con visos de prolongar el mercado. Debido al envejecimiento de la población, el aumento del periodo de convalecencia de enfermedades crónicas y la búsqueda de mayores niveles de vida. Pero también por otras tres causas, explica el responsable del área de Sanidad de la consultora. Por el repunte de las presiones financieras en el cuidado de la Salud entre consumidores, empleados y los gobiernos, federal y estatales, lo que obliga a reformas estructurales y a adaptaciones constantes a la industria para afrontar crisis como la del consumo de opiáceos, por ejemplo. La permanente adopción de nuevas tecnologías, desde la investigación médica hasta el uso del Big Data, la robotización y, en definitiva, el avance hacia la digitalización, esenciales para la adecuada reorientación del negocio y la valoración de riesgos y de las cadenas de valor. Y el enorme margen de maniobra para mejorar los servicios de salud que, según estimaciones de McKinsey para EEUU, pondrá en liza un negocio de medio millón de dólares en los próximos años, dentro de un mercado, el sanitario, que aporta 3 billones de dólares a la economía estadounidense. Y la industria americana tiene suficiente carburante para abordar estos desafíos. Entre 2012 y 2016, los beneficios globales (Ebitda, ingresos antes de impuestos, intereses, depreciaciones o amortizaciones) crecieron a tasas por encima del de las mil compañías con mayores Ebitda de EEUU.
Los tiempos, pues, están en mutación constante. Desde 2000, la mortalidad infantil ha caído en el mundo en casi la mitad, hasta los 5,6 millones de defunciones, mientras la esperanza de vida se ha disparado hasta los 71 años, cinco más que al inicio del milenio. Hay más niños que nunca vacunados. Contra la malaria, el sarampión, la rubeola, la viruela o el SIDA. Y los tratamientos y servicios médicos en general ofrecen soluciones rápidas y eficaces. La cirugía básica ha cubierto ya a más de 5.000 millones de personas en todo el mundo. Con más de 800 millones destinando por encima del 10% de sus ingresos anuales en gastos médicos y casi 180 millones, más del 25%. Si bien aún hay notables lagunas. En zonas rurales de China o India entre el 12% y el 26% de sus habitantes no reciben un diagnóstico correcto de sus dolencias. También la sanidad universal está puesta en entredicho en algunas latitudes, donde el debate sobre si debería o no existir un impuesto a los ricos que sufrague el coste de atención médica, sobre las aportaciones de jóvenes en activo para cubrir la financiación médica de los ciudadanos en edad de retiro o sobre el grado de presión fiscal adecuado para solventar los gastos sanitarios o sobre el fomento de seguros de salud, está en boga. Y la variedad de sistemas es total. Más allá de partidarios y detractores de los sistemas nacionales de salud, en India o Nigeria, por ejemplo, más del 60% de los gastos en este terreno son a cuenta de las finanzas personales. Chile y Costa Rica, que emplean una octava parte de los desembolsos per cápita medios de todo América Latina, tienen unas expectativas de vida similares a los de todo el Hemisferio Sur del continente. Tailandia, con 220 dólares por persona, obtiene tan buenos resultados médicos como los del conjunto de la OCDE, mientras en Ruanda, donde su gobierno ha introducido un seguro sanitario ultra-básico para más del 90% de la población, la mortalidad infantil ha descendido desde los 120 por cada mil nacimientos del año 2000 hasta los 30 en 2019.
El negocio asegurador, pues, tiene amplios espacios de crecimiento. O, dicho de otra forma, de adecuación a los distintos factores de mercado. La salud es una industria intensiva en mano de obra y recursos técnicos y financieros. La radiografía que hace del sector la firma Deloitte incide en su capacidad de adaptación, no sólo a los fenómenos tecnológicos, sino también a posibles cambios en los modelos sanitarios y, fuera del ámbito de Salud, a las transformaciones digitales y a las reconversiones de los sectores a los que dirigen sus servicios. “Las firmas aseguradoras, cuando operan en mercados maduros, se exponen a turbulencias económicas y a episodios de elevada volatilidad en los mercados financieros, por lo que, a largo plazo, deben demostrar sus habilidades para integrar en sus estructuras productivas los avances tecnológicos, el talento y la innovación de sus modelos de negocios”, explican los expertos de esta multinacional de servicios profesionales: “deben velar por su legado ante una diversidad de ambientes económicos porque es la clave de su éxito”. Deloitte pone como ejemplo el segmento de Property and Casualty (P&C) que cubre un amplio espectro de patrimonios personales, desde el hogar hasta el automóvil, y que aumentó sus ingresos netos en EEUU en 2018 en un 66%, hasta los 60.000 millones de dólares, gracias al repunte del 10,8% de las primas, después de perder 23.300 millones a lo largo del ejercicio precedente. Compañías como Lloyd’s, la mayor del mercado asegurador en activos, consolidó sus cuentas globales, al obtener 2.800 millones de dólares en el primer semestre del pasado año tras dos ejercicios de perdidas.
En parte, por las deducciones de la rebaja impositiva por la compra de activos en EEUU, en vigor desde 2017. También por la fase de encarecimiento del precio del dinero. Pero, sobre todo, por la creciente demanda internacional de este tipo de pólizas que obligan a indemnizaciones en caso de siniestralidad. Las aseguradoras han logrado sintonizar sus líneas de negocio con sus herramientas digitales. Hacia regiones con perspectivas de crecimiento más sostenibles. Como la región del Pacífico, a uno y otro lado de sus orillas, que mantiene unas previsiones de dinamismo del 18%. Frente a mercados más maduros como el del Reino Unido, donde apenas repuntará este año un 6%, el de EEUU, un 5% o el de Europa, un 2%. Las pólizas de responsabilidad profesional y financiera se elevaron un 10% en todo el mundo, en gran medida por la escalada de pérdidas en activos bursátiles y productos derivados entre los directivos y ejecutivos de empresas durante los tres primeros trimestres del pasado ejercicio.
La capacidad de predicción, mediante el uso de la IA y el Big Data, resulta esencial para aliviar el “modesto deterioro” que el segmento no sanitario de los seguros “tendrá en los próximos cuatro años”, como anticipan en S&P Global Market Intelligence” por las decrecientes pólizas del automóvil y las compensaciones en los seguros de trabajadores en EEUU. Pero también para anticiparse al aterrizaje de ciertas economías, dentro de una ralentización de la economía global a la que los analistas de Deloitte auguran un leve alza del 1,6% para 2020, con perspectivas de contracción todavía relativamente altas, en el 25%, y un horizonte de tipos de interés que, en los próximos cinco años, dejarán el precio del dinero en niveles del 3,25% -la variable que atisba entre bancos centrales de la comunidad anglosajona, incluida la Reserva Federal-, pero que se mantendrán en estadios próximos a cero durante este año y buena parte del siguiente.
En cuanto al panorama para los seguros de Salud, a los que otorga un alza del 2,9% anual para el actual bienio, los riesgos los aprecia en varios frentes. El acuerdo final sobre el Brexit, la cita electoral de octubre en EEUU, las persistentes batallas comerciales, el mantenimiento de tipos de interés a la baja y el freno al crecimiento en Europa y China. Especialmente, tras la crisis del coronavirus. Asuntos que, por cierto, ha cancelado el Mobile World Congress (MWC) barcelonés por miedo a las posibles indemnizaciones por parte de las empresas organizadoras de un evento que restará una décima al PIB español, según S&P, que ha puesto en revisión los pronósticos del mercado sobre la economía china -que contabiliza el 16% de la actividad global- y de la mundial y que amenaza con poner en jaque la gestión del presidente Xi Jinping, quien ha admitido que la propagación de la pandemia podría ocasionar un impacto sobre la estabilidad social del país. Ninguna póliza cubre la suspensión del MWC de la capital catalana.