Dejando a un lado las curiosidades lingüísticas, el hígado es el órgano más grande del cuerpo humano, pesa alrededor de un kilo y medio y está ubicado en la parte superior del abdomen. Entre las más de 500 funciones que realiza, está la de limpiar la sangre, eliminar las sustancias tóxicas y producir bilis que ayuda a descomponer las grasas y las prepara para su posterior absorción y digestión. También produce ciertas proteínas para el plasma sanguíneo. La sangre que sale del estómago y los intestinos, pasa por el hígado. Con tanto trabajo, este órgano puede sufrir daños y, factores como la obesidad, los virus o el consumo de alcohol, pueden provocar problemas en el hígado.  De hecho, la enfermedad de hígado graso no alcohólica, es un problema hepático que afecta a personas que consumen muy poco o nada de alcohol.  Se trata de una afección que hace que se acumule grasa en el hígado y la padecen, con mayor frecuencia, las personas con obesidad. “Hablar de un porcentaje cercano al 30 por ciento de la población mundial con afectaciones hepáticas como el hígado graso, es hablar de una epidemia” indica el doctor Francisco Reina, especialista en  Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Huelva.

Actualmente esta patología se denomina Hígado Graso Asociado a la Disfunción Metabólica, MAFLD por sus siglas en inglés y hace que el hígado se hinche y sufra daños como consecuencia de los depósitos de grasa. Cuando estos depósitos provocan un daño a nivel celular grave, se desarrolla una enfermedad hepática llamada esteatosis hepática o esteatohepatitis. Si esta enfermedad empeora, se pueden formar cicatrices graves  en el hígado (fibrosis hepática), lo que se conoce como cirrosis, un daño muy parecido al que produce el consumo excesivo de alcohol. Sin embargo, no se sabe por qué unas personas tienden a acumular grasa en el hígado y otras no, normalmente, la MAFLD está relacionada con el sobrepeso o la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial o tener niveles altos de grasa en sangre, especialmente colesterol y triglicéridos. El doctor Reina afirma que “la ingesta diaria de más de dos cervezas de 33 ml supone un factor de riesgo, además del consumo de determinados fármacos, la psoriasis, la celiaquía o enfermedades raras como la enfermedad de Wilson, que también son factores relacionados con el desarrollo de esta enfermedad”. También tener antecedentes familiares con enfermedades hepáticas, hígado graso u obesidad son factores de riesgo.

El Hígado Graso Asociado a la Disfunción Metabólica, generalmente no produce síntomas, en muchas ocasiones se detecta cuando se realiza un control rutinario con un análisis de sangre y se detectan niveles altos de encimas hepáticas, entonces, el médico, para confirmar el  diagnóstico debe realizar una ecografía abdominal, especialmente a los pacientes con  algún factor de riesgo como obesidad, consumo excesivo de alcohol o diabetes que pueden padecer MAFLD. “Una vez diagnosticada la patología es importante descartar que haya una fibrosis hepática avanzada”, añade el especialista. La formación de cicatrices graves en el hígado o cirrosis, es la principal complicación del hígado graso. Esto ocurre porque el hígado se inflama y a medida que el hígado intenta detener la inflamación, se van creando más zonas con cicatrices, llamadas fibrosis. Si la inflamación no se detiene, la fibrosis se extiende cada vez más al tejido hepático y puede provocar hinchazón en las venas del estómago que pueden romperse y sangrar, encefalopatía hepática, con lo que el paciente notara somnolencia, confusión y problemas al hablar, bazo hiperactivo con un recuento de plaquetas muy bajo, cáncer de hígado e insuficiencia hepática, es decir, el hígado deja de funcionar. 

Actualmente no existe ningún fármaco que pueda frenar esta enfermedad por eso es fundamental llevar un estilo de vida saludable. Controlar el peso corporal si se tiene sobrepeso, intentar bajar el consumo de calorías y realizar ejercicio físico. Llevar una dieta saludable rica en fruta y verdura fresca, limitar el consumo de alcohol, carnes rojas, y alimentos procesados. Mantenerse activo realizando ejercicio, al menos media hora diaria si se tiene sobrepeso, pero siempre consultar con el médico antes de comenzar cualquier cambio en la actividad diaria para no provocar complicaciones si se tienen otras patologías.