El estudio de EIU recopila información sobre el 5G entre los 60 mercados de telecomunicaciones más avanzados del planeta. En torno a seis métricas y parámetros esenciales para el despliegue de la tecnología digital por excelencia: el clima de negocios, la eficiencia del espectro, sus ritmos de desarrollo actuales del 5G, la velocidad de sus redes, su traslación a la industria y la robustez de sus políticas tecnológicas. Y de cuyos análisis se derivan varios diagnósticos concluyentes. El de mayor enjundia, por estar en liza el liderazgo del 5G, es, quizás, el que deja traslucir la ventaja de Asia en esta carrera geoestratégica. Tanto en su despliegue como en la calidad y velocidad de sus servicios, lo que les confiere de la hegemonía global.
También los emiratos del Golfo y el mercado saudí ofrecen “significativas oportunidades de negocio para proveedores de tecnología de nueva generación” por situarse entre los espacios de mayor vanguardia del 5G. Por detrás de ellos, Europa, a pesar de la ralentización de las acciones de propagación de su espectro durante la recesión del Covid-19, ofrece “notables nichos inversores”; sobre todo, por el impulso que ha cobrado la política digital común con los recursos del Next Generation UE y su integración en los ordenamientos jurídicos nacionales y su encauzamiento hacia sus sectores industriales, con una sucesión de aplicaciones digitales que están revitalizando este segmento productivo después de décadas de paulatino abandono en favor de la economía de servicios. El cambio de ciclo -y de la Administración americana- han sido los detonantes del reciente progreso detectado en el 5G en EEUU. Ya bajo el mandato de Joe Biden, dice el informe. Debido a una mayor coordinación de la legislación en curso y la puesta en marcha de reformas encaminadas a superar “las inadecuadas políticas digitales” de la pasada legislatura.
Por contra, los países africanos y latinoamericanos están abocados a “seguir expandiendo en el medio plazo el 4G y las infraestructuras de fibra de banda ancha”, ante el bloqueo estructural de un déficit estructural de inversiones, su baja capacidad para monitorizar el espectro 5G y sus dificultades presupuestarias por modernizar las redes de tecnología del nuevo espectro. Para los expertos de EIU, la llave para que los flujos de capital penetren en estos mercados surgirá cuando se detecten avances desde el plano gubernamental. Con acciones que establezcan claros objetivos y metas intermedias, incentivos fiscales, programas de créditos a bajo coste y respaldo institucional sin fisuras al desarrollo del 5G. Si bien, la disputa entre EEUU y China, con Huawei como punta de lanza de una sucesión de prohibiciones inversoras con efectos globales, aumenta el nivel de riesgo de las carteras de capital. En un momento clave. Porque la pandemia propició un drenaje de inversiones de proyectos de 5G. E, incluso, canceló hojas de ruta nacionales para su expansión. Como en Polonia o India, que cancelaron sus planes de desarrollo en 2020. Entre tanto, las firmas del sector se han reorganizado. Ya desde antes del Covid-19. A raíz de la batalla arancelaria entre Washington y Pekín, sus esfuerzos inversores en tecnología. Mientras algunos países, sometidos a la presión de EEUU para restringir las actividades de Huawei, han alterado sus estrategias sobre el 5G y otros, de latitudes emergentes y en desarrollo, a las influencias de China y de sus líneas de financiación preferencial en infraestructuras, como las de la generación de móviles que dominará la década actual.
En cualquier caso, el coronavirus ha acelerado la digitalización y elevado las oportunidades de inversión en los operadores de telecomunicaciones. Hacia unas conexiones que resultan vitales para los negocios, los consumidores y las economías. Para las compañías, la crisis del Covid-19 ha mermado sus beneficios, lo que les ha conducido a incrementar sus ofertas online, a impulsar procesos de automatización y proyectos del Internet de las Cosas (IoT) para poder reenganchar sus cadenas de valor. Para los consumidores, ha supuesto un repunte excepcional de demanda de bienes y servicios telemáticos. Y para los gobiernos y las economías, un desarrollo fulgurante de aplicaciones online, esenciales para la telemedicina o el teletrabajo, y un clima idóneo para el avance del Big-Data, la Inteligencia Artificial y la robótica. Todo, bajo tecnología 5G, con la que poner en marcha la automatización en la conducción de vehículos o los proyectos de Smart Cities que han emprendido numerosas ciudades en todo el mundo.
La conexión hiper-rápida del 5G y su baja latencia añade márgenes de inversión en I+D+i a firmas y gobiernos. Para ganar cuota de mercado, en el caso de las primeras, y para generar empleo y estimular el dinamismo, en el de los países. Y a ambos, beneficios con los planes de renovación de las redes de infraestructuras que se suceden por todo el mundo. En especial, en las potencias industrializadas.
Los expertos de EIU repasan geográficamente, los riesgos y oportunidades del boom inversor en el que se ha visto inmersa la coyuntura global en el inicio del ciclo económico recién inaugurado. En Asia resaltan a Corea del Sur, Taiwán y China entre los líderes indiscutibles del 5G. Aunque señalan a Tailandia como el mercado oculto, de especial potencial, frente a India e Indonesia, a las que identifica como dos de las naciones con un mayor letargo en la evolución del 5G. Japón conforma el póker de los mercados más aventajados.
Si en Asia se valora el respaldo oficial al 5G -en la práctica totalidad de la región-, la ayuda a las firmas de telecomunicaciones, estratégica en el caso de China, y ventajas fiscales e incentivos a la inversión, en Australia, Taiwán o Japón, de Europa, el EIU resalta la focalización del 5G en los procesos industriales. En plena fase de digitalización. A pesar de la paralización de las pruebas técnicas en Portugal, durante la pandemia, o su ralentización en países punteros como Holanda o Suecia. A mediados de año, sólo 8 de los 23 mercados analizados por este estudio habían dado plena cobertura a su espectro 5G. Europa -dice el informe- “está en condiciones de tutear tanto a China como a EEUU entre 2021 y 2022 por la eficiente regulación comunitaria”. Y pese a que algunos socios todavía no han descartado la opción tecnológica de Huawei. Con medidas como la exigencia de la Comisión Europea de tener cobertura 5G ininterrumpida en las grandes urbes del espacio común para 2025. O la catapulta de la digitalización sobre su industria. Con planes de acción y aplicaciones tecnológicas industriales desplegadas en paralelo a las redes 5G y las concesiones de licencias. “La fuerte concienciación pública al impulso de torres de conexión” es el gran salvavidas inversor en Europa, cuya amenaza reside en los altos niveles de deuda de sus operadoras, que podrían forzar consolidaciones o retrasos en las inyecciones de capital desde el mercado.
Los países del Golfo Pérsico están entre los pioneros del 5G. Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos (EAU). De hecho, los 6 socios del Consejo de Cooperación del Golfo completaron sus espectros 5G ya en 2018 y lanzaron sus primeros servicios en red a mediados de 2019. Todos ellos, además, han integrado su desarrollo en sus distintos planes de diversificación económica y buscan inversiones, empresas y avances tecnológicos para apuntalar sus hubs de manufacturas recién reactivados. Aunque la capacidad del 5G en la región siga estando al 50%. Israel muestra un notable retardo. Las operadoras de su mercado continúan apostando por el 4G con proyectos que alcanzaron una cobertura del 75% en 2020 y previsiones de lograr el del 95% en 2022. Unas ratios que se reducen considerablemente en el espacio africano. Sudáfrica, por ejemplo, su gran mercado, penas ha asignado temporalmente el espectro 5G a determinados operadores. Entre otras razones, para consolidar el trabajo en remoto durante la epidemia. La mayoría de naciones africanas continúan impulsando del 4G. Las ambiciones digitales de las Smart Cities en los países del Golfo son un estímulo a la inversión. Frente a las incertidumbres sobre la elección de Huawei en países dependientes de las líneas de financiación chinas.
Sobre Norteamérica, el EIU recalca el estatus hegemónico de EEUU. Por su temprana etapa de lanzamiento del 5G, la fortaleza de su armazón empresarial y el ambiente idóneo para formalizar negocios. El espectro 5G estadounidense ya ha facilitado el desarrollo comercial. Las primeras pruebas empezaron en 2017. Aunque todavía debe acelerar sus inversiones en infraestructuras, modernizar su regulación y establecer consensos público-privados más intensos. En este sentido explican que las iniciativas legislativas de la Administración Biden para espolear la digitalización, a través del 5G, “en la industria, las redes energéticas sostenibles o el alza de la productividad van en la dirección correcta”. De hecho, en su diagnóstico sobre América del Norte, que incluye a Canadá, la recomendación a los inversores resalta el impulso de las empresas a la I+D+i de sus proyectos tecnológicos y alerta sobre la fragmentación regulatoria y el conflicto geoestratégico que ambas naciones mantienen con China desde el affaire Huawei. O el déficit de velocidad de sus espectros.
Brasil, México y Colombia marcan el paso del 5G en Latinoamérica. Con road maps nacionales y una planificación de acciones de despliegue y pruebas de certificación de eficiencia. Aunque con déficits notables. En Brasil, en las zonas rurales, en Colombia, con un desequilibrio de redes de conexión, y México con vaivenes en su desarrollo y escasa velocidad de datos. En medio de un dilema estructuras. Superar el impacto de la pandemia con alta volatilidad económica en el inicio del ciclo de negocios post-Covid y una necesidad todavía urgente de inversiones en el 4G.